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Desde Chile: La tierra del desierto brilla con tu mirada

on 10 Ago, 2020
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Chile, 10/08/2020, Hna. Hilda Angélica Aguilera Barrera.-

El Desierto ha florecido,
la lluvia de tu Gracia ha vestido de color el arenal…

A Evangelizar esta tierra Nortina de Atacama, llena de misterios y silencios, llegaron a Vallenar mis Hermanas colombianas y chilenas trayendo en sus corazones, sus palabras y sus gestos las semillas del Carisma de Marie Poussepin. Su lema era sembrar, servir, esparcir las semillas con generosidad, dejando al dueño de la mies el resultado final de la cosecha.

Muchos jóvenes nos acercábamos para compartir con aquellas Religiosas que nos llamaban la atención por su alegría, sencillez y entrega. Las puertas de su casa siempre abiertas nos facilitaban un conocimiento más cercano y familiar. Es así como en la sala de entrada pude ver el cuadro de una “Monjita”, no sabía quién era, pero el brillo de su mirada me cautivó. Era una mirada trasparente, llena de paz, de ternura, de compasión, que me hablaba de Dios.

Desde ese momento comencé un “coqueteo”… Ella me miraba y yo seguía su mirada en un dinámico jugueteo que sin darme cuenta fue conquistando poco a poco mi corazón y me fui adentrando en lo que significaban esas miradas. Cada vez que podía, visitaba la comunidad y no perdía oportunidad de contemplar ese rostro que me decía tantas cosas y me movilizaba por dentro...

Durante esos años conocí a muchas Hermanas y todas tenían la marca inconfundible, de lo que hoy puedo llamar con propiedad, Carisma fundacional. Experiencia profunda a través de la cual el Señor comenzó a seducirme. ¡Cuán simple y cuán profunda puede ser una mirada! Esa, la de Marie Poussepin, fue el gran golpe de gracia en mi historia vocacional.

Han pasado muchos años y su mirada penetrante no ha cambiado, permanece dentro de mí, me sigue acompañado y poco a poco me ha ido enseñando su estilo de vida a través de la convivencia y el testimonio de mis hermanas que mucho han aportado a mi crecimiento personal. Reconozco que, como tierra seca y ruda de la zona minera a la que pertenezco, el caminar no ha sido fácil, pero el Señor que siempre toma la iniciativa, me condujo y me sostiene con su Gracia, en esta Congregación en la que había preparado un lugar para mí.

Fue algo humanamente incomprensible, pues me eduqué con las Religiosas de Santa Marta, viví mi compromiso pastoral de joven, a nivel de parroquia y de la Diócesis (Copiapó) con la Compañía de María y terminé siendo Hermana de la Caridad Dominica de la Presentación, gracias a Marie Poussepin quien no me soltó, hasta transformarme en una de sus hijas.

Solo me resta agradecer a Dios por su infinito amor y su Fidelidad, y ofrecerle mi esfuerzo de cada día para caminar con mi Congregación hacia la respuesta que los pobres y la Iglesia nos solicitan, con la esperanza de que donde hay sequedad siempre nace la vida porque Dios se encarga de regarla y hacer que los arenales se vuelven a vestir de colores.

¡Gracias Señor! ¡Gracias Marie Poussepin! Gracias a cada una de mis hermanas las que partieron a la casa del Padre y las que aún comparten vida y misión en esta tierra con “tanto amor con tanto bien” (palabras textuales de Hna. Blanca Libia Arboleda Toro, que siempre me las decía en el noviciado).

Con mi lema de profesión quiero cerrar estas líneas dedicadas a nuestra Madre Fundadora y a mi fiel compañero de camino Jesús.

“Señor contigo iré…” Con abrazo fraterno y gratitud.