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Testimonio. Hna. Maribel Villanueva: "El Señor que llama y está con nosotros nos va mostrando el camino"

on 02 Abr, 2018
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Hna. Maribel Villanueva Sánchez (1970), provincia de Guadalupe. Profesión: 01/07/2000. Votos perpetuos: 15/10/2005.- Compartir sobre el caminar que he vivido en la educación en Congregación, es volver unos años atrás, antes de descubrir mi vocación. El recordar como fui ubicándome en la educación, parecería ocasional, pero viéndolo desde la fe no es así, el Señor que llama y está con nosotros nos va mostrando el camino. 
 

 La comunidad mirará siempre como uno de sus principales deberes la instrucción y la educación de la juventud (R. XXVII)

 

Hna. Maribel VillanuevaHna. Maribel VillanuevaRecuerdo que inicié trabajando en el DIF, una instancia de Gobierno a nivel municipal, en el área de promoción de la mujer. Para entonces era yo joven y era la instructora de un grupo mayor en edad y experiencia, ese era ya un reto para mí. Otro reto fue estar a cargo de tres centros o “escuelitas” de mujeres en diferentes municipios, porque cada uno de estos lugares era diferente en sus contextos, aunque había algo similar; la marginación de la mujer sobre todo en educación. Al ir caminando con ellas en los talleres, descubrí el gran deseo de superarse no sólo a nivel intelectual, sino a nivel humano. Esta constante era en todas las mujeres, así fueran de edad madura o jovencitas; madres de familia o solteras. Fueron siete años de aprender con ellas una manera diferente de ser, porque las mujeres que terminaban el curso se reunían y hacían pequeñas empresas, otras tenían un nuevo referente para ser mujer, madres de familia, otras con lo aprendido salían a iniciar estudios fuera de sus municipios. Aunque con el paso del tiempo los lugares de las “escuelitas” cambiaron, el trabajo era el mismo; buscar las mujeres, promoverlas y apoyarlas en la búsqueda de algunos medios para que vivieran mejor.

Cuando descubrí mi vocación e ingresé a la Congregación, encontré que el Carisma de Marie Poussepin era la promoción de la persona, sobre todo a niñas de familias pobres del campo y sin educación, aunque con una mirada diferente: para respetar y promover su dignidad como hijas de Dios. Esta visión del carisma confirmó mi opción vocacional. Mi primera misión como Hermana de la Presentación fue en un Colegio, el Instituto Forja, en Jalisco, México. Me asignaron la pastoral de primaria y secundaria. Estar con los profesores y madres catequistas fue muy significativo porque había planes comunes de acompañar a los alumnos desde la educación personalizada, según el modelo pedagógico de Marie Poussepin. Considero que desde esta realidad descubrí el deseo de estudiar pedagogía, oportunidad que la Congregación me dio, porque la realidad que se vivía con el Colegio era de ayudar a cimentar más el estilo de educación que deseábamos y además la formación para la misión en la Congregación es un deber de justicia con los destinatarios de la misión.

Al recibir un nuevo cambio de comunidad al Colegio Mier y Pesado, en el Distrito Federal, ahora en el área de primaria y preparatoria acompañando a las niñas y jóvenes en la clase de catequesis, descubrí el valorar el trabajo conjunto de todos los Estamentos, para que las alumnas descubrieran a Dios en su vida y lo proyectaran en el medio que se encontraban. Aquí profundicé más en el querer pedagógico de nuestra Madre Fundadora y al verlo reflejado en las hermanas que habían caminado más en la educación, me dio un nuevo impulso para el servicio de la caridad en este campo, que cada vez me va llenando de plenitud y gozo el corazón.

Posteriormente recibí un nuevo cambio de comunidad o envío y fui a Guatemala capital, al Colegio Betanzos, otra experiencia más, estuve en la Dirección de Básico y en la Pastoral, sólo un corto tiempo, pues había suspendido la universidad y debía regresar. Pero fue el tiempo suficiente para ver otra cara de la educación al estilo de Marie Poussepin, los niños(as) y adolescentes, maestros... me enseñaron en medio de la violencia, carencias materiales, y marginación en que vivían, a un Dios cercano al que les era fácil recurrir, y desde allí buscar el medio para salir adelante, sólo necesitaban alguien cercano que les acompañara y caminara con ellos. Esta experiencia la guardo en el corazón pues valoro cómo la Espiritualidad de Marie Poussepin es aplicable y válida en todas las realidades para seguir promoviendo a las personas.

Una experiencia más que marcó mi vida fue cuando estuve en la Casa Hogar Corazón de Ángel, misión en la que pude acompañar a niños y niñas en situaciones vulnerables de violencia de todo tipo. Esta tarea me retó en todo sentido, para promover a los niños y niñas: ayudarles a descubrir el valor de ser personas, el respeto a su propia dignidad, que Dios siempre estuvo y estará en sus vidas y el deseo de prepararse para un futuro mejor.

Agradezco al Señor estas experiencias, a las Hermanas de la Presentación y a los destinatarios por ayudarme a descubrir el valor de la formación que se ofrece desde el modelo pedagógico de la Presentación y la importancia de vivir la herencia que nos dejó Marie Poussepin: “De todas las obras de Caridad, es ésta la que puede procurar la mayor gloria a Dios y más ventajas a los hombres, sobre todo cuando se emplea, como las Hermanas deben hacerlo, en sembrar en los corazones aún tiernos las semillas de la piedad”.

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