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Francia: Un bello encuentro

on 11 Abr, 2018
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París (Francia), 10/04/2018, Sr. Véronique Margron.- “Según nuestras órdenes, apuntamos a objetivos comunes, que son la dignidad y el sentido". Así terminó anoche, bajo las magníficas bóvedas góticas de los Bernardins, el discurso del Jefe de Estado.

Se trata de la dignidad y del significado de los que hablamos en las primeras horas de la tarde: Samuel, que sufre de autismo, y su hermano Florent, compañeros y cómplices, en el apoyo de L'Arche y la Oficina Cristiana para los Discapacitados (OCH). Martine, que conocía el infierno de la calle, y Marine, joven profesional, ambos "compañeros de cuarto" con otras 6 mujeres, gracias a la asociación para la amistad (APA). Vanina y Charles, amigos debido a un encuentro impensado, gracias a la Sociedad San Vicente de Paúl.

Son estos rostros, los de los más vulnerables y que quieren vivir y encontrar su lugar, que la Iglesia que está en Francia quería mostrar anoche al dar la bienvenida al Presidente de la República. La cara de una humanidad benevolente y benefactora para enfrentar un mundo demasiado brutal y una sociedad que se fractura y se tensiona, tentada por el simplismo y el repliegue. La Iglesia no estaba allí para promocionarse a sí misma, sino para dar el puesto, a aquellos a los cuales, con las manos en el barro, intenta ser su portavoz. En el nombre de su Dios, que acoge a todos, para dar testimonio de algo más grande que ella: de la trascendencia de cada persona.

Una Iglesia profundamente conciliar, que hace suyas "las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este tiempo" (GS 1). Una Iglesia del Papa Francisco, un hospital de campaña, que cree en nuestra nación, como lo ha repetido muchas veces Mons. Pontier, Presidente de la CEF (Conferencia Episcopal de Francia). Ella no pidió nada: sin estatus, sin plazas, sin ayuda. Solo el respeto de lo que es y de lo que ofrece al vivir juntos cotidianamente, en el estricto respeto de la República y de la laicidad.

E. Macron respondió con una alocución de gran altura. En la que hubo una notoria libertad y singularidad de tono, una palabra eminentemente presente y de una real profundidad. Un discurso que por su poder honra a quienes lo recibieron. A favor de nuestra sociedad resueltamente plural y nuestra República secular, el Jefe de Estado solicitó tres dones a los católicos de Francia. El de la sabiduría secular de nuestra tradición. No tanto de nuestras certezas, sino de nuestras preguntas humildes y tenaces, nuestras incertidumbres, nuestra incansable búsqueda, siempre de lo humano. La donación de nuestro compromiso al servicio del país, incluso a través de la política. Finalmente, el don de nuestra libertad "intempestiva" en palabras del Jefe de estado. Libertad de ser y decir a tiempo y a contratiempo, para proponer una fe, un camino, un sentido, una coherencia en el respeto total de las conciencias.

Una velada muy hermosa, cuyo verdadero éxito se expresará aún más, por la calidad del diálogo y el trabajo conjunto al servicio de todos y el sentido de la existencia.

Editorial RCF del 10 abril 2018, Sr. Véronique Margron op, presidenta de la CORREF