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Domingo de Cuaresma: “El que obra conforma a la verdad, va a la luz”

on 11 Mar, 2021
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Reflexión: Cuarto Domingo de Cuaresma: 2 Crónicas 36: 14-16, 19-23; Efesios 2, 4-10 y Juan 3, 14-21
 

Bangalore (India), 14/03/2021, Sr. Anula Irvin Suguna.- El cuarto domingo de Cuaresma se llama Domingo de Laetare. Laetare denota alegría y gozo ya que este domingo, la Iglesia se regocija por estar ya a la mitad de este caminar cuaresmal mientras vislumbra la llegada de la luz de la Pascua.

Las lecturas nos presentan hoy dos figuras en contraste: Luz y Tinieblas.

En la primera lectura (2 Crónicas 36, 14-16), vemos cómo el pueblo de Israel multiplicó sus infidelidades, y practicó toda clase de abominaciones (2 Crónicas 36,14). Los israelitas vivían en tinieblas desobedeciendo los mandamientos y profanando el templo. Por eso, Dios envió a sus mensajeros y profetas para ayudarles a tomar consciencia de su pecado, pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios y mostraron dureza de corazón. Como resultado, el templo fue destruido y ellos fueron expulsados ​​y exiliados. Es precisamente, durante su exilio que reconocen las obras maravillosas de Dios y caen en la cuenta de sus propias tinieblas. Recuerdan a Sion (el templo de Jerusalén) y le cantan el hermoso Salmo 137: “Junto a los ríos de Babilonia…” Fue Dios quien tomó la iniciativa para conducir al pueblo de las tinieblas a la luz. También, inspiró al rey Ciro para que permitiera al pueblo elegido adorar al Dios de Israel nuevamente en Jerusalén (2 Crónicas 36,23; Ez 1, 1-10).

El evangelio narra la historia de Nicodemo, un fariseo que busca a Jesús. Un hombre que está asustado no sólo por lo que está pasando a su alrededor, sino también dentro de él. Por eso va y busca a Jesús de noche (Jn 3, 2), debido a que está buscando la luz, tiene el valor para salir en la oscuridad. Nicodemo, un fariseo, probablemente rígido en su forma de pensar al igual que los otros fariseos, puede estar asustado por el papel que desempeña y su imagen dentro de la sociedad.

Lo esencial aquí es que Nicodemo no se queda con dudas o ideas sobre cómo está entendiendo las palabras de Jesús. Tal vez a través de ellas, Jesús “lo está poniendo a prueba”. Así, que entra en una búsqueda seria por encontrar la verdad, y al mismo tiempo, en su introspección reflexiona profundamente… es probable que atraviese por una crisis que le implica perder todas sus seguridades.

Nicodemo quiere comprender más acerca de Jesús, releer sus propios pensamientos e ideas a través de la luz verdadera que disipa todas las tinieblas. Este itinerario de Nicodemo se puede comparar con el camino que todos recorremos: nosotros también vivimos situaciones en las que todo parece oscuro, donde las sombras adquieren formas extrañas y aterradoras. Todos tenemos miedo de perder nuestras seguridades, de ser abandonados, de perder las certezas que hemos construido durante años y que hemos conservado confiadamente. Pero a veces la realidad llama a nuestra puerta y nos pone en crisis.

Nicodemo no intenta vencer sus miedos solo, sino que busca la luz, va a Jesús y se coloca detrás de esa Luz Verdadera y se pone en camino. Entonces, encuentra un nuevo significado, una nueva seguridad y nace de nuevo, nace de lo alto por el agua y el Espíritu en Jesús (Jn 3, 35). Juan presenta a Nicodemo al principio y también al final del Evangelio entre los que van a tomar el cuerpo de Jesús después de su muerte (Jn 19,39). Nicodemo ya no necesita esconderse más. Por eso, podríamos llamar al itinerario de Nicodemo el paso de la oscuridad a la luz, un camino de liberación.

Dios siempre desea llevarnos a la luz "pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios" (Efesios 2, 8). Es fácil elegir la oscuridad en lugar de la luz. Pero es un desafío permanecer en la luz. Jesús nos invita a que miremos bien la cruz que nos asusta, que miremos todos nuestros miedos, incertidumbres, esa oscuridad que se apodera de vez en cuando de nosotros, para que podamos descubrir cómo Él ha tomado sobre sí la cruz, porque es mirando la cruz, que podemos ser sanados.

Señor Jesús, ilumíname con tu rayo de luz y disipa la oscuridad que está dentro de mí. Deseo experimentar tu gran amor que me vivifica y renueva. Ayúdame a "mirar hacia arriba" a tu cruz redentora y vivir así de una manera más comprometida. Amén.