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Todos somos migrantes

on 27 Sep, 2022
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Brownsville, TX (USA), 27/09/2022, Comunidad de Brownsville.- Nuestra Comunidad de tres Hermanas se encuentra ubicada geográficamente en el último punto, de oeste a este, de la extensa frontera entre Estados Unidos y México; 3,169 Km.[1]En territorio de EEUU, Brownsville, Texas, y en territorio de México, Matamoros, Tamaulipas. Eclesialmente pertenecemos a la Diócesis de Brownsville.

Conscientes de que todos somos migrantes, junto con un grupo de laicos, la mayoría mujeres fieles de la parroquia de San Felipe de Jesús en Brownsville, con quienes cada semana compartimos La Palabra: “nos sentimos llamadas por el Señor a consolar en algo las penas y necesidades de tantas hermanas y hermanos nuestros que pasan por este punto en busca de una mejor oportunidad para vivir dignamente con sus familias”.

Cada martes con las señoras preparamos almuerzo para llevar a las familias que se encuentran en el lado de Matamoros; aquí esperan, en campamentos o albergues, meses o años mientras les llega la oportunidad de ser llamados a audiencia para iniciar o continuar su proceso de asilo político; o en su desesperación lanzarse a cruzar la frontera arriesgando la vida. Algunos encuentran trabajos informales donde pueden ganar algo de dinero para sobrevivir. Muchos de ellos vienen en familia al lugar donde se les entrega el almuerzo, este día se ahorran el gasto. Hemos visto mujeres que llegan embarazadas, aquí nacen sus hijos y dan sus primeros pasos; otros ante la desesperanza se ven obligados a volver a su país. Agradecen nuestra presencia, sienten la confianza de compartir, valoran y aprecian lo que se les puede ofrecer.

Dos días a la semana recibimos en la parroquia a grupos de niños y jóvenes de ambos sexos. Los traen de los centros de detención, donde la edad para estar allí es de 10 a 18 años. En estos centros son retenidos mientras se les lleva un proceso de búsqueda de la persona con quien quieren llegar, pueden ser familiares o solamente conocidos. Una vez localizada esa persona le hacen un estudio de las condiciones en las que se encuentra para recibir a alguien más y las posibilidades de responder por su manutención. En el caso de que la persona no esté en posibilidades o no quiera recibirlos, se le busca un patrocinador y en caso de no conseguir quien responda por ellos, se le regresa a su país. En los centros siempre están custodiados; allí se les provee de alimento, vestido, estudio, recreación, deporte, descanso, servicio médico y también se les favorece la atención a la fe que ellos profesan. Por eso los miércoles podemos tener con ellos un servicio religioso.

Este tiempo es de encuentro con el Señor, tenemos oraciones preparadas y un espacio en el que ellos se relacionan con Dios desde sus expresiones culturales, familiares y personales; son experiencias de fe muy conmovedores y enriquecedores. Los domingos también participan en las misas ordinarias en las que asiste la Comunidad parroquial durante la mañana, estos grupos varían entre 20 a 50 chicos en cada misa. Y a las 3 de la tarde se celebra una misa sólo para niños y jóvenes migrantes, la participación también puede variar entre 60 a 120 de distintos centros de detención. Tanto el día miércoles como el domingo además del servicio religioso y la Eucaristía se les ofrece la confesión, la escucha o alguna otra necesidad que ellos expresen; después de esto compartimos los alimentos, procuramos darles gusto con aquello que apetecen los jóvenes y que no han tenido la oportunidad de comer por mucho tiempo.

Tanto las familias en Matamoros como los jóvenes y niños en la Parroquia expresan con palabras y gestos la fe que los anima y la alegría que les provoca encontrar un espacio donde son bienvenidos, donde se sienten escuchados y acogidos por hermanos y hermanas que les brindan el espacio para sentirse miembros de la gran familia de los hijos e hijas de Dios. Tenemos muchas intenciones para presentar cada día al Señor: la vida de cada joven, de cada padre de familia, de cada vida nueva que nace en suelo extranjero, porque así lo dicen las leyes de los pueblos y las naciones… Con gratitud hacemos nuestras las palabras de San Pablo: “Doy gracias a Aquel que me ha fortalecido, a nuestro Señor Jesucristo, por haberme considerado digno de confianza al ponerme a su servicio.” (I Tim. 1, 12).


[1] Dato de Wikipedia