En retiro
by Dominicas
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La Grande Bretèche (Tours), 23/07/2024, Sor Gemma Morató i Sendra y Sor Conchi García Fernández - www.domipresen.com.- Hna. Catherine Aubin, que ayer ya presentamos, ha iniciado su predicación diciendo que en medio de un capítulo tener un retiro es decirle al Señor: Tú eres el Maestro del tiempo.

Nos acompañarán en estos días los nueve modos de orar de Santo Domingo, que son una verdadera pedagogía de la interioridad; será orar y amar con el santo de Caleruega.

Hna. Catherine asegura que Domingo era famoso por su oración y no por su predicación, aunque no les guste mucho a los frailes esta afirmación. Los testimonios de su canonización al preguntarles sobre su oración destacan que reza de noche; que habla en voz alta, aunque esto es habitual en esta época, con un diálogo extremadamente vivo; que llora, aspecto típico de los Padres del desierto, esto nos muestra su corazón, pues estamos atados por Aquél que nos ama; que grita ¿qué será de los pecadores?; y, por último, que Domingo rumia todo el tiempo.

De todas estas observaciones, nacen los nueve modos de orar de Santo Domingo, recordando que no dejó nada escrito. Los cinco primeros modos son una pedagogía para aprender a rezar, no es cuestión de aprender gestos, es entrar dentro de sí mismo, de nuestro corazón. Los modos seis y siete narran un milagro; y el ocho y el nueve nos recuerdan que Domingo es como un profeta.

Nos adentramos en la Biblia con la pregunta ¿dónde estás? Es una provocación, pues si se nos pregunta es que estamos perdidos. Retomamos la acedia de la representación de ayer noche. ¿Hemos perdido el gusto de Dios? ¿Dónde estamos? Si intentamos responder estamos en marcha; si es rutina, atención porque podemos caer en esta acedia, invisible, discreta y silenciosa, no se ve y lo destruye todo.

Señor haz que te conozca y que me conozca. Es conocerme con Dios. Dios nos busca, nos llama con ese dónde estás (Gn 3, 9-10). Nuestro Dios es un Dios de atención, solicitud y misericordia. Domingo entendió esta pregunta. Y la manera de rezar es una respuesta a dicha pregunta:

  • He oído tu voz, yo te acojo como tú me acoges (modos 1-5).
  • He oído tu voz, y te dejo visitarme y encontrarme (modos 6 y 7).
  • He oído tu voz, y aquí estoy para estar contigo, por Ti y los otros (modos 8 y 9).

A cada acción corporal corresponde una actitud espiritual:

  • 1) Inclinación: humildad del corazón.
  • 2) Postración: compunción del corazón.
  • 3) Disciplina: docilidad.
  • 4) Genuflexión: confianza en la misericordia de Dios, para él, todos sus hermanos y el mundo entero.
  • 5) De pie: escucha que nos levanta.
  • 6) En cruz: manera de rezar que representa la resurrección.
  • 7) Manos elevadas: está en un lugar de caridad y es visitado por el Espíritu Santo. Desea vivir según el Espíritu.
  • 8) El beso: discute con el Señor a partir de la Palabra, es la manera de hacer lectio divina.
  • 9) Caminar: parte para compartir lo que ha contemplado.

Es el dinamismo de la vida espiritual: acogida de nuestros límites, de mí mismo y Dios, luego el encuentro, y después el darse uno mismo, el compartir, el ser fecundo.

El reto de la vida espiritual es aceptar lo real. Hay que volver sobre nosotros mismos y a Dios. Estamos lejos de nosotros mismos, no estamos donde se debe vibrar, en nuestro corazón, estamos en lo mental. Es un camino de verdad, de conocimiento, de interioridad. No nos quedemos solo en las imágenes. Lo importante es Cristo y el Espíritu que anima. Vayamos a lo que el corazón manifiesta.

El cuerpo muestra la intensidad de relación con Dios.  ¿Dime cómo rezas y te diré quién es tu Dios? En los nueve modos, cada manera de rezar está en una celda cada vez diferente, en cada una un Cristo vivo, con ojos abiertos, la sangre de Cristo manifiesta la salvación.

Esta celda está abierta para nosotras y Domingo nos invita a entrar en la celda de su corazón. Son como unos iconos, para entrar en ellos. Estamos invitadas a entrar en el secreto del corazón de Domingo.

Finalmente, debemos entender diferentes maneras, de lo visible a lo invisible, es entrar en el pardés (paraíso), con 4 niveles: el nivel literal, lo que entendemos o vemos sin interrogantes: una puerta; el nivel de la evocación, lo que puede significar: “tomar puerta”; la interpretación, la puerta es el lugar que separa dos espacios; y finalmente el misterio y la revelación: yo soy la puerta, alguien llama a la puerta… Hay que escuchar y entender más allá de lo dicho y visto.

Hay que entrar en el lugar del reposo, del shabat, para los judíos Dios se retiró para que el hombre exista, y ahora nosotras nos retiramos para dejar lugar al que Nos habla.

Primer modo de orar: de la inclinación del cuerpo a la humildad del corazón

Domingo se humilla ante el altar. Detrás de Santo Domingo una puerta abierta, oscura, es la matriz que nos trae al mundo, nos ofrece un nuevo recomienzo. Es la puerta de donde venimos, dudas, vergüenza, acusación, angustias y miedos… indica un camino de cambio si acogemos aquello que no aceptamos de nosotras o de nuestro pasado. Hay que cambiar de postura, es la invitación de Jesús a cambiar de dirección… ni que sea un milímetro.

Los nenúfares, los champiñones, la penicilina salen de lo podrido, el buen vino viene de lo que ha fermentado. Y lo bueno nuestro vendrá de nuestra pobreza. La tentación es dejarse seducir de lo que es el poder, el saber… Domingo nos enseña a hacer comunión con nosotras mismas. Fija su mirada sobre Cristo y ve su humildad. Jesús es la humildad, ha sido bautizado en lo más bajo, el Jordán está muy por debajo del nivel del mar.

¿Cómo debemos rezar? Con atención en el corazón, humildemente. Humildad es ir hasta el final, es resistir al orgullo. Es avanzar a pesar de todo y encontrar lo que ya está allí, no ser lo que no somos. Es la simplicidad, la llave que abre la puerta, la dulzura que va con la consolación.

San Francisco de Sales decía que para entrar en la oración hay que hacer como Simeón, tomar a Jesús en las manos.