Marie Poussepin: nuestra fundadora

Marie Poussepin nace en Dourdan (Francia), es bautizada el 14 de octubre de 1653 en la iglesia de Saint Pierre por el párroco Etienne Legou. Pertenece a una familia de artesanos, dedicados al trabajo de confección de medias de seda, tejidas con aguja, a mano; gozan de buena situación económica. Es un hogar cristiano comprometido a nivel religioso y cívico: el padre, Claude, colabora en la gestión parroquial; la madre, Julienne Fourrier, es tesorera de la Cofradía de la Caridad, dedicada a socorrer a los enfermos pobres.

Al servicio de la caridad

En 1696, después de haber oído hablar sobre la ignorancia y la miseria de la aldea de Sainville, distante 17 kilómetros de Dourdan, decide dejarlo todo para entregarse totalmente "al servicio de la caridad”, “a la utilidad de la parroquia”. ¿De qué manera? Formando “una comunidad de la Tercera Orden de Santo Domingo, para instruir a las niñas y servir a los enfermos pobres del pueblo”.

Para esto, Marie renuncia a Dourdan, a sus seguridades, a la notoriedad que la rodea; renuncia en el espíritu del Evangelio a todo lo que posee, haciendo donación, mediante acta oficial del 13 de noviembre 1697, a una novicia, natural de Sainville, Noëlle Mesnard, primera en la larga lista de Hermanas de la Caridad Dominicas. Lo hace como dominica en presencia del padre Mespolié o.p., quien la ayudó en su camino espiritual, y del cura de la parroquia Gabriel Debilly.

La obrera de la Providencia

Después de una vida de 90 años entregados totalmente a los demás, marcados por el sufrimiento y la renuncia y en los cuales ella, según sus propias palabras, ha sido solamente “la obrera de la Providencia”, Marie Poussepin gozará definitivamente de la paz del Señor el 24 de enero de 1744.

Una de sus múltiples pruebas fue la de tener que renunciar a la identidad dominicana para su comunidad; la idea no estaba madura para la época; tanto el obispo de Chartres como el maestro de la Orden, no concebían una vida dominica fuera de la clausura. En 1897, la Congregación reencuentra su identidad dominicana pero no será agregada definitivamente a la Orden hasta 1959.

 

Carisma

"Suplican humildemente la Hermana Poussepin y las Hermanas de su comunidad, diciendo que la Providencia ha permitido desde hace cuarenta años... que sea establecida una casa en Sainville...". "Como las Reglas y Constituciones son absolutamente necesarias para el buen orden... presentan las que un largo uso las ha convencido ser las más propias para mantener la obra a la cual se han entregado y en la que esperan perseverar con la ayuda de Dios durante toda su vida" (cfr. R Súplica al Obispo de Chartres).

Estos textos indican claramente la intención "Fundante" de Marie Poussepin y por tanto, el carácter institucional de su obra. En ello se destaca la relación entre vida y norma, intuición y organización, Carisma e Institución. 

Sencillez, trabajo y pobreza

La sencillez, rasgo de familia, se traduce en actitud de humildad en la vida de Marie Poussepin y en los Reglamentos. Es la marca que debe identificar cada una de nuestras actitudes personales y comunitarias y el conjunto de nuestra vida. Nos sitúa en la verdad de lo que somos ante el Señor y ante los otros. Nos ayuda a descubrir con alegría, que recibimos de Dios fuerza, seguridad y libertad. Nos hace valorar nuestras posibilidades personales y comunitarias en la verdad, sin ostentación ni temor. Nos estimula a ponerlas al servicio de los otros.

El amor al trabajo, la aplicación a él con todas nuestras fuerzas y según nuestras posibilidades, nos permite asistir a los pobres sin ser carga para nadie. La negligencia en este aspecto hemos de considerarla como tentación peligrosa (cf. R XXVI y XLII). 

El carácter dominicano
El carácter dominicano de la Obra de Marie Poussepin se manifiesta en la solidez de su Institución. Como Domingo, ella supo conjugar tres fuentes inspiradoras de este proyecto de vida evangélica en la Iglesia:
  • Una idea fuerza espiritual: "La vita apostolica".
  • Una forma de vida regular: La comunidad fraterna.
  • Una misión: El anuncio de Jesucristo por el ejercicio de la caridad.

Todo ello enmarcado por el modo peculiar ideado por Domingo:

  • Fidelidad a los consejos evangélicos.
  • Fervor en la oración y en la celebración común de la liturgia, principalmente la Eucaristía y el Oficio divino.
  • Asiduidad en el estudio.
  • Perseverancia en la observancia regular.
  • Unanimidad en la vida común. 
Apóstol social de la caridad

“Reconocemos el paso de Dios en la vida de cada hermana, en fidelidad creadora, a ejemplo de Marie Poussepin, “Apóstol social de la Caridad”. Avanzamos animadas por el Espíritu Santo que nos impulsa a una profunda renovación espiritual que dé mayor sentido y fuerza a nuestra vida; nos lleve a recrear en comunidad fraterna el seguimiento de Jesucristo, y a trascender fronteras con audacia y creatividad. El carisma de nuestra Madre Fundadora nos arraiga en la contemplación de la Palabra y la realidad, con una mirada de misericordia, y nos mueve a acercarnos fraternalmente a los más pobres y vulnerables para buscar con ellos nuevas formas de trabajar por la dignidad humana y la liberación total en Cristo (Cf. C 86). La llamada de Dios y la respuesta al seguimiento de Cristo nos urge a reconocerlo en los otros, a dejarnos encontrar y transformar por Él, en la oración y la vida cotidiana, como mujeres consagradas, enviadas a ser memoria viviente del Evangelio del Reino y profetas de esperanza” (Documento del 55° Capítulo General - 2019).