Homilía del Fr. Harold Cuervo Rodríguez

La Turena, Bucaramanga (Colombia), 17/07/2019, Fr. Harold Cuervo Rodríguez, sacerdote carmelita.- En el Evangelio que acabamos de proclamar aparece Jesús hablando con su Padre, es decir, estaba ORANDO.

Fr. Harold 1Es una oración de Acción de Gracias, y dice así: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los PEQUEÑOS”.
Dios ha querido, en su infinita y perfecta voluntad revelarse a los “PEQUEÑOS”, y el mismo Jesús reafirma esto diciendo: “Sí, Padre, así te ha parecido bien”.
Esta afirmación nos señala que el lugar de la REVELACIÓN DE DIOS es la PEQUEÑEZ, porque al mismo Dios le ha parecido bien así.

DIOS SE REVELA A LOS PEQUEÑOS
La pequeñez se convierte así en lugar de revelación, donde Dios se descubre y se deja conocer. Por lo tanto, si queremos conocer a Dios debemos ser PEQUEÑOS.
Aquí, el mismo Jesús nos está indicando un camino espiritual, un itinerario de Santidad, llamado PEQUEÑEZ. Este itinerario exige un éxodo a toda pretensión de grandeza y de poder; es aquí, ante todas estas pretensiones humanas donde Dios se esconde y no se quiere revelar. Quien pretenda grandeza experimentará un gran vacío espiritual llamado OCULTAMIENTO DE DIOS.
Se me ocurre pensar que una forma de ir a la frontera es salir hacia la PEQUEÑEZ; en otras palabras un éxodo a toda pretensión de grandeza y poder.
Quien trasciende las fronteras hacia la pequeñez, despojado de todo deseo de grandeza, se ha convertido en un verdadero HUMILDE.
La HUMILDAD, es, por así decirlo, la carta de presentación de quien ha podido trascender las fronteras hacia la PEQUEÑEZ, con el deseo de despojarse de toda pretensión de grandeza humana, con el fin de ser testigo de la Revelación DIVINA.
En nuestra opción fundamental como consagrados, trascender las fronteras hacia la pequeñez no es una decisión personal para quien quiera o no, es una OBLIGACIÓN adquirida al Profesar, en Juramento solemne, nuestros Consejos evangélicos.
La HUMILDAD de los Santos es el reflejo del trabajo espiritual, del itinerario de santidad hacia el camino de la PEQUEÑEZ. La humilde Marie Poussepin es reflejo de ello. Ella dejó Dourdan para ir en búsqueda de los PEQUEÑOS: las niñas huérfanas de Sainville.
Para ir en búsqueda de los pequeños no podemos ir en forma de gigantes, hay que llegarles a ellos también siendo pequeños.
Fr. Harold 3La humildad de Marie Poussepin es el testimonio de una mujer que, despojada de toda pretensión de grandeza se humilló ante Dios, a imagen de la Virgen María, quien se humilló haciéndose esclava; así pudo Marie Poussepin descubrir la lógica de la grandeza para Dios, que se encuentra precisamente en la pequeñez.
Seguir a Cristo, en la escuela de santidad de Marie Poussepin nos lleva a un itinerario espiritual de Pequeñez, que no es sinónimo de debilidad sino que es un don divino.
Dios se revela a Moisés en una zarza y cuando cayó en la cuenta de que aquella zarza era una revelación divina, inmediatamente se cubrió el rostro porque temía ver a Dios.
Dios se fijó en la pequeñez de Moisés y por eso decidió revelársele. Ante esta extrañeza, preguntó Moisés: ¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los hijos de Israel de Egipto? Moisés es consciente de su pequeñez ante tan gran tarea, tanto que le parece imposible de sobrellevar, y a esto responde Dios:

"YO ESTOY CONTIGO"
Las mismas palabras del Ángel Gabriel a la Santísima Virgen María. “EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO”. Esto nos quiere decir que DIOS ESTÁ CON LOS PEQUEÑOS y precisamente Dios elige a los pequeños para grandes misiones. Esta pequeñez la sintió también San Pablo, y el Señor le respondió:

Fr. Harold 2“TE BASTA MI GRACIA”
Dios se revela en nuestra pequeñez sosteniéndonos en nuestra propia debilidad, y así nos envía, y con su presencia nos hace fuertes. “El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan”.
Él nos envía a los pequeños, débiles y necesitados de sus hijos. Y para eso nos quiere también a nosotros, PEQUEÑOS. Sin la humildad no hay pequeñez, sin la pequeñez no hay revelación; si no hay revelación no conoceremos la voluntad de Dios y sin la voluntad de Dios, no nos sentiremos enviados por Él para socorrer a los más necesitados.
Queridas Madres Capitulares: no se olviden de la PEQUEÑEZ. Trascendamos toda pretensión de grandeza hasta llegar a las altas colinas de la humildad. Sólo así, Dios se nos revelará, porque así su divina voluntad lo ha querido.
Ya tienen dos espejos bellísimos donde podrán ver reflejada en qué consiste la grandeza de la pequeñez: la Santísima Virgen y la Beata Madre Marie Poussepin. No tengamos miedo de despojarnos de todo para ser pequeños, porque Dios está con nosotros y nos basta su gracia. Amén.

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