Tiempo de encuentro
Guardo la esperanza de que...
Hna. Janet Ceja Sáenz, provincia de Nuestra Señora de las Américas.- Este Capítulo sea el tiempo providente para el encuentro y el compartir después de haber vivido en nuestras Estructuras la riqueza de procesos de reestructuración, ya sea hacia el interior o con otra-s Estructuras.
Considero que este Capítulo será un parteaguas en la vida de la Congregación por la realidad que vivimos, ya que necesariamente nos lleva a revitalizarnos, a mirarnos con otros ojos y desde diversos aspectos; cada vez más, la diversidad se hace palpable y es clara la urgente exigencia de movernos al ritmo del Espíritu que nos impulsa a continuar respondiendo a los gritos de nuestros hermanos y hermanas.
El Capítulo podría ser el termómetro que nos permita saber en qué sintonía estamos en relación con las invitaciones que nos hace la Iglesia a través del Papa Francisco y la realidad que clama.
Desafíos para la Congregación frente a la realidad que vivimos en la Iglesia y el mundo
La rapidez con que se mueve el mundo nos reta a estar atentas y abiertas para saber interpretar los nuevos areópagos. Ante la realidad que nos rodea se vuelve más desafiante ser testimonio de la presencia de Jesucristo.
Nuestra sociedad herida por el individualismo, la exclusión, el autoritarismo, el poder…, se vuelve el terreno propicio para esparcir la semilla de la sinodilidad, la inclusión, la tolerancia, la justicia, la equidad, la unidad, la caridad…, es aquí donde quizá podemos encontrar los desafíos para la Congregación.
Las realidades de las Estructuras de la Congregación son diversas por su historia, cultura, ubicación, riquezas naturales; sin negar todo lo negativo que cada lugar puede tener, estamos llamadas urgentemente a seguir insistiendo en la transformación de nuestros entornos.
Hoy se vuelve apremiante que volvamos la mirada a Marie Poussepin y como ella dejar “Dourdan para ir en busca del Sainville” que espera de nuestra intervención; teniendo en cuenta que estamos llamadas a comenzar por “casa”. Considero que es necesario volver a una vida sencilla y laboriosa, a una relaciones cercanas, sororales y amables que esparzan el buen olor de Jesucristo.
Somos herederas de un gran Carisma, nos avala la vida entregada de nuestras Hermanas y tenemos como ejemplo a una gran mujer que supo vivir la caridad en las circunstancias dolorosas de su tiempo, podríamos decir que, lo tenemos todo para continuar trabajando en la transformación de los espacios grandes o pequeños donde nos encontramos. Que Marie Poussepin nos acompañe especialmente en este tiempo de preparación al Capítulo para que lleguemos a él abiertas para acoger las luces del Espíritu y dispuestas a correr los riesgos necesarios para asegurar la continuidad de su obra.