Volver a las fuentes
Camino de humanización y fraternidad
Hna. Gloria Patricia Corredor Mendoza, provincia de Bogotá.- Los órganos de gobierno de cualquier institución permiten asegurar la comunión y participación de sus miembros en búsqueda del bien común, como también hacer una reflexión conjunta en vista de evaluar, superar, corregir, enrutar, planear y/o proyectar sesiones, con el objeto de continuar su misionalidad y no apartarse de los principios rectores, los carismas fundacionales y las oportunas respuestas al hoy. Todo lo anterior no es posible si nosotros, como sus miembros, no reconocemos la importancia de nuestra participación y actuación, que en esta ocasión nos convoca como colectivo con una tarea bien ardua como la de “volver a las fuentes, camino de humanización y fraternidad”. Es decir, establecer un diálogo entre tradición e innovación, que fortalezca nuestros lazos de comunión.
Nuestra delegación a este 56º Capitulo General guarda grandes expectativas frente al desarrollo del mismo, pidiendo al Espíritu que dé esa docilidad de reconocer su actuar en todas y cada una de las participantes, a la vez que sea un ambiente de expresión, fraternidad y libertad que lleve a desprenderse de los propios criterios para dar paso a la comunión y a la búsqueda de la voluntad de Dios y lo que más convenga para el caminar de la Congregación.
Estos espacios abren la posibilidad para ahondar en los desafíos que nos presenta el mundo, con la tarea de darles respuesta, a la luz del Evangelio y desde nuestra opción de vida, con el objetivo de ser un referente creíble para las nuevas generaciones que puedan descubrir en la vida consagrada una alternativa viable para sus planes futuros.
Justamente, el cambio permanente en todos los contextos, las realidades tan distintas y la misma incertidumbre económica, política, social y hasta cultural hace que necesitemos procesos formativos más dinámicos y flexibles que nos lleven a reaccionar de manera adecuada, a desinstalarnos del conformismo, la rutina y la superficialidad y al mismo tiempo permita que seamos pertinentes en nuestra misión.
Uno de los textos más convocantes en el Evangelio fue dado bajo la expresión “miren como se aman” todo un reto para el alma de la Congregación, como lo ha expresado el Papa Francisco en diferentes oportunidades; la caridad, el amor y la fraternidad son el camino a seguir para superar limitaciones profundas que fracturan las relaciones y que evidencian realidades dolorosas por falta de fe y de compromiso. Para la Congregación debe ser todo un llamado a generar una fraternidad profunda, que permita, además, cultivar los carismas necesarios para ser testimonio de vida al estilo de Jesús y articular nuestra misión con la tarea de la Iglesia.
Estos desafíos son la ocasión para que, desde nuestra vulnerabilidad, seamos capaces de purificar nuestras intenciones, dejando a Cristo en el centro, a fin de mantener una vida espiritual profunda que contribuya a superar nuestros límites y caminemos hacia la humanización y fraternidad. Con gran alegría, pero también con responsabilidad nos preparamos para que este Kairós en ambiente de sinodalidad nos ayude a descubrir el querer de Dios tal como lo descubrió nuestra querida Madre fundadora Marie Poussepin.