Sabernos infinitamente amadas por Dios
Para nosotras, la misión es una respuesta que nace del sabernos infinitamente amadas por Dios, que en Jesús nos llama a seguirle como único referente. Pregonar sus maravillas, anunciar su Palabra, servir sin reservas a la causa de su Reino es un compromiso de amor que buscamos cumplir cada día, allí donde Él nos envía a través de la Congregación.
Así lo entiende y lo vive Marie Poussepin, nuestra fundadora, quien, movida por este fuego, deja Dourdan, su próspera ciudad natal y va a Sainville, pueblecito olvidado de la campiña francesa donde las guerras y los desastres naturales han dejado muerte, ignorancia, desamparo de los más débiles. Sabe que es el lugar donde Dios la quiere; donde la esperan el prójimo herido en el camino, los indigentes que mendigan pan y sanación de sus heridas, las niñas y jóvenes sin futuro, cautivas por la ignorancia y la falta de oportunidades para salir adelante.
Da el paso definitivo dejando atrás cuanto puede aportarle seguridad y vida fácil porque comprende que es el momento de responder con su amor al que Dios le ha brindado desde la eternidad. Pone entonces sus energías, sus capacidades y atributos femeninos al servicio de un proyecto que llama “Obra de la Providencia”. Es un proyecto dominicano tan amplio como las respuestas que la caridad le inspira, en el que tienen cabida todas las obras de misericordia, espirituales y corporales.
En Sainville establece un taller de caridad organizada donde no hay clausuras ni puertas que cierren el paso, no hay normas que ponen límite al servicio ni obstáculo a la entrega. Sólo hay disponibilidad para escuchar y palabras para sanar, gratuidad para dar a manos llenas lo que de igual manera se recibe del Cielo; allí la atención al anciano tiene tanta prioridad como la educación de la joven, enseñar a leer y escribir es tan importante como curar al enfermo. Proclamar el Evangelio es anunciarlo en la catequesis parroquial, en los bancos de la escuela o en el encuentro casual y amigable con el vecino; hacer presente la salvación es proclamar la misericordia de Dios, pero es también abrir caminos de esperanza a las jóvenes capacitándolas en el tejido de medias.
Marie Poussepin hace de Sainville cuna de su Congregación y punto de partida y referencia para nuestra misión de Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación. Después de 325 años, seguimos encontrando allí inspiración misionera y estímulo para nuestro quehacer; un quehacer que no se identifica con obras, instituciones, trabajos benéficos; está por encima de ellos, los supera porque nace del amor y busca ser aporte a la construcción del Reino “donde Dios será todo en todos”.
Texto: Hna. Myriam Botero Sinisterra (España)
Enviadas a revitalizar la misión con la fuerza del Espíritu
“El carisma de Marie Poussepin ha sido la fuente del dinamismo y la creatividad que han permitido a la Congregación cumplir su misión de anunciar la Palabra y prestar el servicio de caridad a lo largo de su historia, en contextos y situaciones diversas y cambiantes. Hoy vivimos el drama de pueblos enteros obligados a desplazarse de sus lugares de origen; la violencia; las condiciones de marginalidad y pobreza de los grupos más vulnerables de la sociedad: mujeres, niños, ancianos; la destrucción y el acaparamiento de los recursos naturales para beneficio económico de unos pocos, son gritos de la humanidad que nos impactan y reclaman nuestra respuesta.
Las orientaciones de la Iglesia, a través del Papa Francisco y de la vida religiosa nos sitúan una y otra vez ante esta realidad del mundo, donde también el anuncio del Evangelio sufre persecución y la fe parece diluirse. Estas son llamadas a nuestra conciencia que nos urgen a restaurar la dignidad de la persona humana, la integridad de la creación, la esperanza y la paz, a la luz del Evangelio y del carisma. Es imprescindible tener el coraje de trascender fronteras, afrontar el riesgo, reorientar presencias, cambiar lo que sea necesario, reavivar el fuego del Espíritu y la pasión por la propia vocación, con la misma generosidad y abnegación que tuvo Marie Poussepin para superar fronteras y pasar de Dourdan a Sainville.
Este es el camino…
- Arraigo del corazón y la vida en el Señor; en Él encontramos la fuerza para romper muros, y la agilidad y disponibilidad incondicional para responder con libertad.
- Vivencia de la interculturalidad, signo del Reino, que comienza con el arraigo en la propia cultura, se ejercita en la comunidad local con el conocimiento, la valoración de las diferencias personales y culturales de quienes la integran y genera una nueva cultura que se expresa en la misión”.
Fuente: Documento del 55° Capítulo General - 2019
Una misión inspirada en la Caridad
¡Caridad y misión en Marie Poussepin son inseparables! Su caridad ardiente y activa, a imagen de Jesucristo, fue una verdadera brújula para el camino en la misión. Marie Poussepin, fundadora de las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, sirviendo a Jesucristo en el pobre, el enfermo y necesitado, descubre la gracia de entregar su vida al anuncio del Evangelio. La escucha activa a los signos de los tiempos, que lee e interpreta a la luz de la oración y la Palabra de Dios, le van preparando para el servicio de la caridad, en su familia, en Dourdan, su ciudad natal y luego en Sainville, lugar donde inicia su obra.
En su hogar va acompañando y respondiendo a las necesidades de su familia, y a la vez se va abriendo a las necesidades de otras personas que sufren. Más tarde, como empresaria en Dourdan, promueve la dignidad del trabajador, el justo reconocimiento de sus derechos y deberes, desarrolla la cultura del trabajo y ayuda a la promoción integral de la persona y la familia. Nos podemos preguntar, ¿cómo una mujer en el siglo XVII puede convertirse en empresaria, promotora del cambio social, luchar por la dignidad de la persona hasta dejar su comodidad y salir de una ciudad próspera como Dourdan, para ir a Sainville una ciudad devastada por la guerra, el hambre y la miseria; donde pobres, enfermos y niños huérfanos estaban en extrema necesidad?
El testimonio de caridad principalmente de su madre, el servicio a los enfermos, la ayuda a los pobres y el servicio en la parroquia, desde su infancia, la fueron sensibilizando a la caridad y a la misericordia. Así fue entendiendo que el Evangelio de la caridad, sólo se vive haciendo la caridad. El Espíritu Santo que sopla donde quiere y su disponibilidad y apertura a la gracia fueron suscitando en ella una fina percepción social, un hondo sentido eclesial y descubriendo a Cristo en la persona que sufre. Más tarde ella recomienda: “servir a Cristo en el enfermo” y la educación de la juventud como obras de misericordia.
Fuente: Gobierno General - 2017
Abiertas al mundo: La misión nos interpela
Fuente: 54º Capítulo General - 2014