Una renovada espiritualidad nos lleva a trascender fronteras
“Maestro, ¿Qué debo hacer?
(Lc 10, 25)
“Reconocemos el paso de Dios en la vida de cada hermana, en fidelidad creadora, a ejemplo de Marie Poussepin, “Apóstol social de la Caridad”. Avanzamos animadas por el Espíritu Santo que nos impulsa a una profunda renovación espiritual que dé mayor sentido y fuerza a nuestra vida; nos lleve a recrear en comunidad fraterna el seguimiento de Jesucristo, y a trascender fronteras con audacia y creatividad. El carisma de nuestra Madre Fundadora nos arraiga en la contemplación de la Palabra y la realidad, con una mirada de misericordia, y nos mueve a acercarnos fraternalmente a los más pobres y vulnerables para buscar con ellos nuevas formas de trabajar por la dignidad humana y la liberación total en Cristo (Cf. C 86). La llamada de Dios y la respuesta al seguimiento de Cristo nos urge a reconocerlo en los otros, a dejarnos encontrar y transformar por Él, en la oración y la vida cotidiana, como mujeres consagradas, enviadas a ser memoria viviente del Evangelio del Reino y profetas de esperanza”.
Fuente: Documento del 55° Capítulo General - 2019
El carácter dominicano
- Una idea fuerza espiritual: "La vita apostolica".
- Una forma de vida regular: La comunidad fraterna.
- Una misión: El anuncio de Jesucristo por el ejercicio de la caridad.
Todo ello enmarcado por el modo peculiar ideado por Domingo:
- Fidelidad a los consejos evangélicos.
- Fervor en la oración y en la celebración común de la liturgia, principalmente la Eucaristía y el Oficio divino.
- Asiduidad en el estudio.
- Perseverancia en la observancia regular.
- Unanimidad en la vida común.
Nuestra Fundadora establece su obra, sobre unas bases sólidas, que le permiten dar cauce a su liberalidad sin perder la originalidad del proyecto inicial: una comunidad dominicana al servicio de la Caridad. La unicidad de este Proyecto, es la expresión de una caridad "organizada, prudente, razonable, constante" (cfr. Théry), gracias a la cual, se hace posible la consolidación de la obra, que ella quiere extender y perpetuar: "para que lleven donde quiera que sean llamadas, el conocimiento de Jesucristo y sus misterios" y para que puedan vivir en la Casa de Sainville y en los establecimientos "la vida que Nuestro Señor llevó sobre la tierra..." (cfr. R I, XXVII).
Una comunidad dominicana al servicio de la Caridad
En la base de esta Institución está la estructura comunitaria, donde se construye la comunión, se realiza la misión y se vive en totalidad la Intuición Primera. Desde la comunidad, se dispersarán las primeras hermanas en vista del servicio de caridad, manteniendo siempre la referencia a la "Casa" que las congrega. Regresan a ella regularmente como al lugar favorable para "renovarse y conservar la unidad del mismo espíritu", para encontrar el ambiente adecuado al estudio, al silencio, a la interiorización y al descanso.
La comunidad de Sainville
En la Casa de Marie Poussepin se da una verdadera unidad entre comunidad y acción apostólica, observancia regular y servicio de Caridad. Su Comunidad es un "todo", y en ella y a través de ella se viven los elementos de su intuición, cuya novedad consiste en una forma conventual, dedicada a las obras de caridad.
Comunidad, regla, superiora, asamblea comunitaria, son los elementos que determinan y hacen posible esta original intuición. El esquema de Sainville, es el patrón constitutivo y organizativo, que ha permitido en la diversidad de lugares y de situaciones, la continuidad y actualización del único proyecto. La comunidad fraterna es la síntesis de la comunión, mantenida en cada una por la confianza mutua y alimentada por la participación plena de todas, en la Obra común (cfr. R I).
Fuente: Cfr. "Marie Poussepin y su comunidad. El Servicio de la Autoridad"
Una espiritualidad mariana
La Presentación de la Virgen María en el Templo
Es una de las doce fiestas principales del año litúrgico oriental, nos invita a actualizar este misterio en la vida cristiana, a festejarlo con alegría, “portando con las vírgenes nuestras lámparas encendidas”. Esta celebración pasó al calendario romano en 1585. Una tradición muy antigua cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres, Joaquín y Ana, la llevaron al templo de Jerusalén, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios. Es en el Protoevangelio de Santiago, uno de los evangelios apócrifos, donde se narra este hecho.
En el misterio de su Presentación, misterio de escucha y de contemplación, de acogida y de entrega, María se consagra radicalmente al Señor con un “Sí” que prolonga día tras día. María es para nosotras “modelo de fidelidad y de don” (C 15), de una vida totalmente realizada en el amor. María es la mujer que acogió en ella al Verbo para ofrecérnoslo. Al igual que ella, acogemos a Cristo para ofrecerlo al mundo. Esta actitud de ofrenda se expresa en la celebración anual de la fiesta de la Presentación de María, en la que renovamos nuestros compromisos religiosos y en la entrega a los hermanos a través del servicio de caridad. Como una madre que no olvida a su hijo, expresión misma de la ternura maternal de Dios, María nos enseña la misericordia, y por su intercesión, "podemos esperarlo todo".
Fuente: Textos diversos de la Congregación