Chile: La "olla común", una respuesta responsable

on 10 Oct, 2020
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Santiago (Chile), 10/10/20, Hna. Licarayén Torres Muñoz.- Desde el estallido social en nuestro país, hasta estos días en que seguimos experimentando el desastre sanitario provocado por la pandemia, hemos sido testigos de la profunda solidaridad que teje la vida de las personas en medio de tanto dolor e incertidumbre. Solidaridad que emerge desde la constatación que todos y todas somos parte de un mismo pueblo y que nuestros intereses confluyen en la construcción de un país más justo y más humano.

Ante la inoperancia de nuestro gobierno frente a las problemáticas más urgentes de las personas, especialmente en ciudades tan pobladas como la nuestra, ha sido la misma ciudadanía que ha tenido que buscar los medios para subsistir, especialmente ante el hambre provocada por el desempleo, la falta de posibilidades y la devastadora crisis económica.

Una de las formas que floreció durante estos meses, es la llamada “OLLA COMÚN” que tanto ha marcado la historia de nuestro país en tiempos anteriores. La olla común es fruto de la respuesta responsable de organizaciones sociales, de las asambleas territoriales, de las juntas de vecinos y en muchos casos de las comunidades cristianas de base que, insertas en las poblaciones y barrios vulnerables siguen siendo posibilidad para la búsqueda de dignidad, muchas veces atropellada por las autoridades.

Es así como en nuestro barrio REPÚBLICA tan conocido y querido por todas/os, también ha sido cuna para que la asamblea territorial pueda dar respuesta concreta al hambre de nuestros vecinos y vecinas. Casi desde el comienzo de la pandemia, comenzó el comedor popular “Margarita Ancacoy” sostenido solo por el trabajo colectivo y colaborativo de los vecinos y por donaciones provenientes del barrio y de otros lugares de Chile.

Desde hace dos meses más o menos, en el deseo de querer estar con la gente y responder a las necesidades que hoy vivimos y padecemos junto a los demás, con H. Berta Tapia Cena y H. Gabriela Vergara Ríos nos unimos al trabajo comunitario del barrio en la “olla común” y cada jueves y domingo nos reunimos con otros hombres y mujeres, jóvenes y adultos, a cocinar para alrededor de 160 personas. Ha sido para nosotras, una posibilidad inmensa, no solo por la comida que se reparte y que llega a los más pobres de nuestras calles, sino también porque nuestra comunidad ha salido al encuentro de personas que no piensan o no creen en lo mismo que nosotras, pero que en la búsqueda del bien común convergen todas nuestras diferencias, ha sido una experiencia de riesgo que nos ha sacado de nuestros metros cuadrados, que nos ha permitido descubrir la posibilidad de lo diverso y la humanidad escondida detrás de rostros que nos parecen extraños y que ya no lo son tanto cuando rallando una zanahoria o pelando una papa descubrimos que la vida y sus historias nos atraviesan a todos, … de la misma forma.

Chile ha comenzado una nueva forma de hacer política, una nueva forma de relacionarnos, cambiaron los horizontes y esperamos que también como Iglesia podamos navegar en las aguas profundas que nuestra gente ya comenzó a sentir y a vivir. La olla común es solo un ejemplo de la nueva patria que queremos construir y que como Viceprovincia queremos acompañar.

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