Santiago (Chile), 16/05/2021, Hna. Licarayén Fernanda Torres.- El Papa Francisco, en su mensaje para la 55° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, "Comunicar encontrando a las personas donde están y como son", nos invitó a recentrar la mirada en la clave del Evangelio “ven y lo verás”, pues en las comunicaciones humanas no se puede entender el desafío de entregar un mensaje, sin hacer presencia concreta en los lugares en que la vida brota; no podremos fecundar nuestras palabras, gestos y acciones, sin antes habernos empapado de la realidad que atraviesa la historia de la humanidad. Nuestras palabras serán muertas, si nuestros pies no han pisado los dolores y gozos de nuestros hermanos, especialmente de los que sufren injusticias y el flagelo de la pobreza que asfixia el corazón de tantos.
Además nos interpela a salir de nuestros lugares de comodidad para mirar de frente la historia, para que todo lo que comuniquemos nazca de la contemplación de la vida concreta de las personas, pues especialmente en el contexto de pandemia podemos correr el riesgo de quedarnos impávidos, sentados en nuestros escritorios; si es así, todo lo que digamos o expresemos a través de tantos medios de comunicación que hoy están disponibles para el servicio de la comunicación, será palabra muerta, infecunda, pues todo lo que digamos de Dios, debe venir del encuentro con sus predilectos.
Nuestro carisma no se comprende sin el encuentro con los demás
Al final del mensaje, el Papa Francisco nos entrega un gran desafío, “comunicar encontrando a las personas donde están y como son” y este desafío podría recordarnos todo lo que Marie Poussepin realizó en su vida. Nuestro carisma no se comprende sin el encuentro con los demás, con las culturas en su diversidad, con la historia y sus encrucijadas sociales y políticas. Es por esto, que desde donde nos encontremos, siempre estaremos llamadas a salir y decirle a otros “ven y lo verás”, sin embargo, nuestras palabras solo dirán algo de Dios si antes nos hemos nutrido en la contemplación de todo lo que tenga que ver con lo humano, como Marie Poussepin que, abandonándose en la Providencia dejó todo para ir al encuentro de los pobres de su época.
Es tiempo de preguntarnos, en este contexto mundial de pandemia ¿cómo podemos salir al encuentro de los demás? ¿dónde nos sentimos llamados a ir desgastando la suela de nuestros zapatos? en este tiempo de fracturas políticas y sociales ¿qué palabras tenemos para expresar? ¿en qué medios, lugares y formas debemos estar?
Este momento de la historia, nos ha dejado al descubierto, nos ha develado lo caduco de nuestra misión, lo que hay que cambiar con urgencia, lo que definitivamente debemos soltar para caminar más libres y livianos por los caminos que Dios nos invite a recorrer. Esta es la hora, para dejar atrás lo que no nos ha permitido salir de nosotros mismos y de nuestras estructuras, para recorrer el camino profético de Dourdan a Sainville, agotando nuestros pies en el sueño inagotable del encuentro persona a persona. Así podremos decirle a la humanidad “ven y lo verás”.