Roma (Italia), 08/09/2023, Justicia y Paz.- Una de las opciones contenidas en nuestro proyecto de Justicia, Paz e Integridad de la Creación es la “opción por escuchar el clamor de los pobres”. ¿Cómo ha de entenderse esta opción, para que trascienda nuestro servicio de Caridad al estilo de Marie Poussepin? ¿Cuáles son las expresiones congregacionales de esta opción hoy?
En primer lugar, esta opción dice respecto al contenido esencial del mensaje evangélico: asumir la causa de los pobres y optar de modo inequívoco, en una situación de conflicto estructural, por el evangelio. Es asumir la opción de Jesús que lo llevó a identificarse totalmente con ellos “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí”. Mt 25, 40. Este sería la espiritualidad de la nueva comunidad, señal del del Reino.
En segundo lugar, esta escucha debe trascender nuestro servicio de Caridad y sugiere la necesidad de comprender y responder adecuadamente a las necesidades de las personas en situación de pobreza. Implica prestar atención a las voces y demandas de aquellos que sufren de privaciones económicas y sociales. Significa estar consciente de sus problemas y dificultades y reconocer su sufrimiento. Trascender el servicio de caridad busca crear un impacto a largo plazo y abordar las desigualdades estructurales y sistémicas que perpetúan las necesidades a las que se dedica la caridad. Es un enfoque más holístico y proactivo que busca cambiar las condiciones sociales y económicas para promover un mayor bienestar y desarrollo integral de los sujetos y comunidades. En resumen, La caridad es importante, pero también es fundamental abordar las causas subyacentes de la pobreza y buscar soluciones sostenibles.
En tercer lugar, en contextos de reestructuración y revisión de la presencia misionera, la claridad de sobre el contenido del mensaje evangélico de Jesucristo y la coherencia en su práctica, el servicio incondicional a los hermanos hace posible una vida nueva, señal del reino. En este contexto es urgente rescatar la identidad carismática y profética de nuestro estilo de Vida consagrada dado que el debilitamiento de nuestro testimonio tiene mucho que ver con el predominio de la razón instrumental de nuestra misión. Confundir misión con tarea y en el peor de los casos con profesión, nos ha empujado a un activismo desgastante. El núcleo de nuestra vida es la experiencia radical de Fe, una experiencia mística de Dios y del Reino. Esta experiencia es anterior a todo el ser y el hacer de la vida religiosa. Por tanto, reestructuración tiene que ver con una misión que responda a las esperanzas de la humanidad hoy.
Finalmente, el llamado que hace el Proyecto JPIC de globalizar la Solidaridad por la caridad organizada de Marie Poussepin nos impulsa a trascender fronteras personales y geográficas, para incluir personas de diferentes culturas, nacionalidades y condiciones socioeconómicas, reconocer nuestra interconexión como seres humanos y la responsabilidad que tenemos unos con otros mantenernos informadas sobre os problemas que enfrenta la humanidad en diferentes partes del mundo, intensificar los esfuerzos de ayuda humanitaria y el apoyo a causas y organizaciones que buscan mejorar las condiciones de vida desde la perspectiva de que los problemas globales requieren soluciones colaborativas.
Para concluir que la expresión de esta opción congregacional POR ESCUCHAR EL CLAMOR DE LOS POBRES debe hacer parte de nuestros procesos de reestructuración, de revisión de la presencia misionera que nos lleve a comprender la humanidad, sus conflictos y problemas y continuar el camino trazado por Marie Poussepin: “Ella vio lo que era recto a los ojos del Señor y lo cumplió”. Es decir, una “Caridad que abarque al ser humano en su totalidad y responda a sus diferentes hambres: hambre de pan y de saber, hambre de dignidad y reconocimiento, hambre de felicidad, hambre de verdad, hambre de Dios”. (Ratio Formationis. Pág 11).