Barcelona (España), 10/11/2017, Hnas. comunidad de Madrid.- El 28 de octubre fue un día grande: en la provincia celebramos los 150 años de la llegada de las primeras hermanas a España... ¡Cuánto tiempo trascurrido, cuánto vivido, cuántos aciertos y desaciertos, cuántos desvelos, amor entregado, servicio y donación!
Un buen número de hermanas nos encontramos en la casa provincial para vivir, orar, celebrar y reflexionar sobre este acontecimiento que para todas es motivo de alegría, acción de gracias por todo lo hecho y también petición de perdón por lo no realizado a lo largo de este tiempo. Iniciamos la celebración en la capilla, bellamente arreglada para la ocasión, con el canto de Laudes. Hna. Ángela Anta, superiora provincial, nos dirigió unas palabras como introducción a la oración, poniéndonos a la vez en sintonía con la fiesta de familia que nos convoca. Ya en la sala se proyectó, como primicia, una entrevista que Hnas. Gemma Morató y Conchi García han hecho a Hna. Maria Escayola, superiora general. Es un momento para todas de emocionada alegría ya que Hna. Maria forma parte viva de nuestra historia, y su presencia virtual compensa un poco la imposibilidad de tenerla entre nosotras. Con la sencillez y cercanía que la caracterizan fue respondiendo a las preguntas de las hermanas sobre el pasado, presente y futuro de nuestra Congregación, poniendo especial énfasis en que tengamos el coraje de abrir los ojos para percibir las nuevas necesidades en los contextos en los que realizamos la misión y sepamos adecuar nuestra respuesta en el servicio de la caridad a los problemas y clamores de nuestro mundo.
Después de un breve descanso pasamos a reencontrarnos con nuestra historia, a partir de material del archivo provincial, de la mano de Hna. María Dolores García Maquívar, por medio de tres dinámicas. En la primera dinámica partimos de un panel en que un gran y variado bosque nos ayuda a recorrer estos 150 años, alabando y dando gracias a Dios por todo lo vivido y recibido como herencia, que a la vez es para nosotras llamada a la conversión en el presente.
El bosque que se empezó con un árbol, (Hospital Xifré, Arenys de Mar, en diciembre de 1867), ha ido creciendo con árboles distintos cada uno en su momento y lugar, con su forma y su fuerza. Cada nueva casa fundada, un árbol. El bosque pasa por momentos buenos llenos de luz, lugares nuevos y actividades muy diversas para vivir y transmitir la Buena Nueva de Jesús, momentos en que la vida se afianza con gozo y entrega, oración y trabajo. En esta historia boscosa también existió tiempo de oscuridad y dolor... que nos llevó a volver a empezar con los árboles capaces de rebrotar nuevamente. En todo este tiempo hemos vivido consagración, fraternidad y misión. Cada una de nosotras hemos conocido unas pocas casas y no sabemos gran cosa de las demás, pero todas juntas forman nuestro bosque y por él seguimos caminando hoy. Las intervenciones de varias hermanas nos ayudaron a compartir su conocimiento de algunas casas y su experiencia de vida y misión en ellas.
No hemos de olvidar que sólo la capacidad de comunión ha hecho y hace creíble nuestra vida cuando compartimos la fe, la vida, la misión y los bienes.
Cada una de nosotras contribuye para hacer de este mundo, y de la comunidad en que vive, una casa de todos en armonía, una casa común donde también hay polvo y suciedad, una casa que hay que cuidar y arreglar a diario para que en ella se pueda entrar con una sonrisa.
Esta segunda reflexión terminó con una canción infantil francesa en un doble sentido: como homenaje a las primeras hermanas llegadas de Francia y por su texto... “Frére Jacques” que hace alusión a un fraile campanero que se duerme, nos sirvió para recordar de nuevo las palabras del Papa Francisco “Espero de vosotros que despertéis al mundo” ... ¿pero, y si nosotras dormimos? Todas cantamos juntas la canción y el interrogante quedó para todas.
Al medio día celebramos la Eucaristía, centro de nuestra fiesta y de nuestra vida. En el ofertorio se entregó a cada comunidad una lámpara encendida como signo y compromiso de seguir caminando a la luz del Señor y ser luz en el mundo. Ya por la tarde, habiendo compartido también la mesa de fiesta nos encontramos nuevamente para la tercera dinámica. Como estamos en una fiesta de familia dedicamos un rato a la diversión de una forma típica de cualquier familia: vemos fotos antiguas de hermanas en su infancia o juventud intentado reconocerlas, y escuchamos una vez más las anécdotas ya conocidas por todas, pero que nos hacen sonreír de nuevo.
Para finalizar este día tan intenso, el rezo de Vísperas nos invita nuevamente, conscientes de que nuestro tiempo es breve y el camino largo, a dar gracias y alabar a Dios como Señor y dueño de la historia y traer ante Él todo lo bueno y lo malo que ha habido y hay en nosotras. Le pedimos que en todo lo que estamos viviendo y lo que nos queda por vivir nos de su luz y su fuerza, que el Espíritu nos convierta y nos haga conocer su ternura y alegría en las presencias misioneras en que hoy estamos y en lo que Él nos vaya presentando en el futuro. A cada una se nos entrega un obsequio-símbolo que nos ayude a recordar lo vivido. Todas nos felicitamos mutuamente por la preparación, el contenido y el ambiente fraterno, participativo y festivo en esta celebración.