La paciencia en tiempos de cuarentena…

on 05 May, 2020
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Caracas (Venezuela), 05/05/2020, Hna. Nícida Amparo Díaz Leal.- En estos tiempos, cuando los días van pasando y la situación de cuarentena sorprende nuestra manera de ser y de estar en nuestros quehaceres, relaciones, encuentros, oraciones…En esta realidad anhelamos que todo pase ligero y según nuestra manera; nos angustiamos y añoramos la inmediatez, las urgencias, las acciones que nos ponen en movimiento constante fuera de nosotras/os mismas/os.

Vivir desde fuera se ha convertido en nuestra cotidianidad desde hace muchos años; pero resulta que ahora la cuarentena nos sorprende y nos invita a vivir hacia dentro de la comunidad, de la familia, de mi rinconcito… Lo cierto es que, asumimos de manera voluntaria la cuarentena, pensando en nuestra gente, las de dentro y las de fuera… también pensando en la propia seguridad.

El confinamiento se ha convertido en el lugar y el espacio que rompe los esquemas establecidos de nuestra rutina, nos da la oportunidad para encontrarnos más con los hermanos de comunidad, con la familia… conmigo mismo. El problema es, que no nos acostumbramos a vivir hacia dentro; se nos hace muy largo esta nueva realidad; porque no sabemos estar, no somos pacientes y necesitamos hacer otras cosas, la inmediatez, las urgencias, nos las inventamos para calmar nuestra intranquilidad, nuestro no saber estar de manera diferente. Este tiempo nos invita a ser pacientes históricos para convertirnos en pacientes pastorales, comunitarios.

También nos entrenamos para saber acompañar y estar con nuestro pueblo después ya que la soledad de nuestra gente se hace sentir, el hambre, el desempleo, la lucha por sobre vivir… ¡Cuánto dolor y sufrimiento encontraremos a la orilla del camino! Esto exige desaprender y aprender una nueva manera de estar con ellos y de estar, como ya lo decíamos, como pacientes pastorales.

En esta reflexión evoco la cita de 2 Pe 3,15: "La paciencia de Dios es nuestra salvación". Significa estar ciertos que Dios está involucrado en toda nuestra experiencia y en ella nos está salvando. Es la manera de hacerse con nosotros, Dios sufre y le duele nuestro dolor y sufrimiento y pacientemente nos lleva en su corazón, apuesta por cada uno y sabe que, en medio de nuestros miedos y desconciertos, seremos capaces de dar un paso hacia delante y decidirnos acompañar pacientemente a nuestros hermanos en su angustia y en su soledad.

La paciencia de Dios nos acompaña y nos espera, esto nos contenta el alma y nos hace salir de la autoreferencialidad, para aprender a estar con los demás y también para llevar en lo más profundo de nuestro corazón a nuestro pueblo, sufrir pacientemente con ellos, acompañarlos a la manera de Dios, no haciendo cosas, sino estando con ellos, compartiendo sus luchas y esperanzas, con gestos humanizadores y esperanzadores, mirando las periferias existenciales, acercarnos y comprometernos fraternalmente, como el buen samaritano, como el dueño de la viña que sale a buscar trabajadores desempleados.

Aprovechemos nuestra cuarentena para crecer pacientemente a la manera del Dios de Jesús, que nos salva acompañándonos y cuidando de cada uno con ternura y misericordia.