3er Domingo de Cuaresma: “El celo por tu casa me consume”

on 04 Mar, 2021
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REFLEXIÓN: Tercer Domingo de Cuaresma. Ex 20, 1- 3, 7- 8, 12 - 17; 1 Cor 1, 22-25 y Juan 2, 13-25
 
Bangalore (India), 07/03/2021, Sr. Anula Irvin Suguna.- Hoy tenemos otra figura muy significativa: El Templo, cuya traducción de la palabra "Shekhinah" en hebreo bíblico, significa la presencia de Dios. Jesús subió al templo de Jerusalén (Jn 2,13), no envuelto en gloria divina como en su Transfiguración en el monte Tabor, sino lleno del celo por la casa de Dios (Jn 2, 17). 
 

Jesús verdaderamente encontró allí un mercado, y sus reacciones fueron extrañas: con un látigo, los expulsó a todos (Jn 2, 15). Pueden existir muchas razones para la reacción de Jesús, pero veremos sólo tres de ellas:

  1. El templo, santuario de Dios y el lugar del culto, se transformó en una plaza de mercado: se perdió el sentido de lo sagrado. Jesús dice: “No conviertan la casa de mi Padre en un mercado” (Jn 2, 16).
  1. El templo de Jerusalén era el orgullo de los judíos y tenía cinco atrios: el de los gentiles, el de las mujeres, el de los hombres, el de los sacerdotes y el "Santo de los Santos". Todos los negocios se llevaban a cabo en el atrio de los gentiles, privándolos así del lugar del culto reservado para ellos. Jesús no pudo tolerar esta discriminación.
  1. El templo se convirtió en un lugar de codicia, corrupción, engaño y fraude. Los rituales religiosos se convirtieron en una ocasión de abuso y escándalo a través de la injusticia y la opresión, especialmente hacia los pobres y los que no tenían voz.

Estas realidades no son muy diferentes en el mundo de hoy. En este momento de desorden global, de gran sufrimiento, incertidumbre y rupturas en nuestras vidas, la realidad está siendo descubierta, dice Richard Rohr[1]. En medio del caos y la desesperación, los sistemas de maldad, injusticia y abusos en nuestra sociedad son evidentes, al igual que dentro de la Iglesia y de las familias. En el mercado actual, la codicia, las ganancias y la inmoralidad están en el centro acompañado por un gran deseo de acumular a expensas de los otros, descuidando a los débiles, a los pobres, a los que no tienen voz y a los que se encuentran en las periferias.

Jesús es el Nuevo Templo, el "Shekhinah" cuya presencia está cerca incluso aún en medio de la confusión. Al morir Jesús, el velo del templo se rasgó de arriba abajo (Mt 27, 51), lo que indica que ya no hay más separación entre Dios y su pueblo. La separación causada por el pecado ha desaparecido con la muerte de Jesús y en Él se abre una nueva presencia divina, un acceso directo a Dios, por eso Él dijo: “Destruyan este templo y en tres días lo levantaré” (Jn 2,19), “Hablaba del templo de su cuerpo” (Jn 2, 21).

El Evangelio toca y revela el aspecto más esencial de nuestra vida: entrar en una relación sagrada con Jesús, el Nuevo Templo, para redescubrir el 'sentido de lo sagrado' en nuestro cuerpo, en nuestra misión, en nuestras relaciones, en nuestras comunidades y en nuestras familias[2]. Nuestro celo por la casa de Dios se muestra en nuestra relación con Jesús y debe consumir tanto nuestro interior como nuestro exterior.

Preguntémonos:

- ¿Cómo puedo reconocer al "Shekhinah", en medio del caos que está dentro de mí y que se parece al de un mercado?

- ¿Cómo puedo cultivar el sentido de lo sagrado en mí durante esta Cuaresma, para poder redescubrir a Jesús y vibrar con su fuerza sagrada, y así compartir la misericordia y la ternura de Dios con las personas que hoy sufren terriblemente?


[1] Cf. Richard Rohr, https://cac.org/2021-daily-meditations/

[2] Cf. Papa Francisco, Homilía en Casa Santa Marta, 11 febrero 2014.