8 de marzo: Día de la mujer

on 07 Mar, 2023
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Madrid (España), 07/03/2023, Hna. Marta Elena Vélez, Delegada JPIC España.- “SUEÑOS ROTOS” son las huellas que el sistema de violencia en el que vivimos a nivel global y local va dejando en cada persona que conforma la humanidad. Cada uno con nuestra peculiaridad formamos parte de esta humanidad que parecía que “había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración. La historia, sin embargo, da muestras de estar volviendo atrás" (FT 10,11).

Para estas fechas, seguramente encontraremos diversidad de artículos y reflexiones sobre la mujer empoderada, y mi deseo es llegar a vosotras, compartiendo una situación desde la realidad de España que me tiene absolutamente perpleja y conmocionada. El incremento de mujeres asesinadas por violencia de género en diciembre ha hecho que se incrementen las medidas de protección, y en lo que va del año ya van 10 mujeres asesinadas a manos de sus parejas;  en el año 2022 sumamos un total de 48. Alrededor de 31.161 mujeres están en el sistema de Vio-Gen (violencia de género); de estas 17 se encuentran en riesgo extremo y 706 en riesgo alto con medidas de protección reforzadas.

La pregunta que debería saltar es que estamos haciendo para que esta situación sea repetitiva y no solo en España, ¿Qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal? Muchas movilizaciones y concentraciones para condenar y denunciar los asesinatos. Junto con el grito de los pobres y el grito de la tierra, está el grito de la mujer con lemas como: “Basta ya de violencia patriarcal”, “Vivas nos queremos”, “Ni una menos,” “No más mujeres asesinadas”, “No son locos son asesinos”. Estas mujeres necesitan una vivienda, empleo, garantías de seguridad y la posibilidad de quedarse en su entorno; por eso toda la sociedad tiene que estar implicada, pues es un reclamo justo el que las Instituciones destinen recursos para paliar esta situación tan gritante.

Las brechas de la desigualdad se han convertido en la mayor amenaza y desafío a niveles mundiales. Otra pregunta es, ¿qué hacer frente a esta desigualdad?  Creo que debemos luchar por la dignidad promoviendo un mundo donde las mujeres y los hombres valgamos lo mismo y nadie se quede atrás. Pero, el combate contra la desigualdad solo es posible desde la convicción de que el futuro de las desigualdades depende de cada una de nosotras.

Nuestra misión entonces consiste en estar, caminar, escuchar donde la vida de las mujeres clama, acogiendo su realidad, implicándonos con proyectos que las dignifiquen, liberen y aún más corriendo los riesgos de denunciar con audacia toda injusticia contra la vida, como Marie Poussepin decía. Jesús en tantos encuentros con las mujeres, ¿qué hizo? Él se acerca y ama, y es desde ese amor, que sus gestos se convierten en liberación, recuperación y dignificación.

La mujer tiene la capacidad de dar vida, de escuchar, de esperar, de acoger, de recibir, y de reclamar su puesto y lugar en la sociedad. En eso estamos, construyendo un mundo mejor donde todas tengamos la oportunidad de realizar nuestro carisma, desplegarlo y compartirlo. Cada vez más vamos adquiriendo mayor conciencia, pero necesitamos que se reconozca nuestra participación en todos los campos; no es tarea fácil, por eso necesitamos sumar esfuerzos, no olvidemos que hay cambios notables, pero también siguen las fronteras y no pocas.

La vulnerabilidad de la mujer hay que mirarla con ojos muy humanos, pues allí hay grandes capacidades. El papa Francisco dice: “La mujer tiene que buscar su lugar específico, que no es meramente funcional”, el rol de la mujer no se agota en la función, va más allá. La vida resiste en la mujer incansable, buscando trabajo, limpiando casas, cuidando niños y también en los trabajos no reconocidos con ingresos insuficientes para atender la vida familiar. Se esfuerzan para que se les trate como personas, se organizan y movilizan para reclamar sus derechos y poder tener acceso a una vida en mejores condiciones.

Y cómo no expresar unas palabras sobre este tiempo de Sinodalidad. La Iglesia tiene rostro de mujer, mira tú parroquia, los diferentes grupos y su entrega; es necesario visibilizar el trabajo intenso de la mujer dentro de la Iglesia; pero esto supone su integración y  participación en los espacios de discernimiento y toma de decisiones. Realmente es apasionante la convocatoria al Sínodo porque implica a todo el pueblo de DIOS, y es posible que recupere tanta riqueza acumulada y escondida por esa falta de participación. Hay que hacer esfuerzos por el cambio de mentalidad despojarnos de ese sentido de uniformidad porque en sinodalidad necesitamos ir juntos, pero con sentido de humildad y comprensión.

Nos queda ese gran desafío a todas las mujeres. Para legitimar la participación no podemos detener el trabajo y la lucha por la justicia de género.


Notas
Periódico 20¨, portada.
Iglesia viva, 289- 2022; pág. 19.
Vida religiosa, 10, 2022.
Constituciones.,  IP pág. 18.