La Grande Bretèche, Tours (Francia), 22/06/2023, Hna. Rosario Garcés del Castillo.- “Paso, paso, paso es distancia sin fin… paso, paso, paso entre Dourdan y Sainville”, este fue el estribillo del canto de comunión de la celebración eucarística del 21 de junio, en la ciudad de Saint Nazaire, Département de Loire Atlantique, puerto del que salieron las Hermanas que iban rumbo a Bogotá. La misa fue en la Iglesia de San Francisco que es una bella edificación, discreta y al mismo tiempo majestuosa. Recientemente ha sido renovada en su interior así que es muy clara, nítida y queda no muy lejos de la base naval y del puerto.
Provenientes de las comunidades de París y de Tours, físicamente, en la Iglesia estábamos solo 12 Hermanas, pero en espíritu nos sentíamos en comunión con toda la Provincia de Francia que desde la noche anterior había realizado en la Casa Provincial, una fraternal ceremonia de acción de gracias por los 150 años de la llegada de las primeras Hermanas a Colombia.
Y por supuesto que esta comunión atravesaba el océano atlántico y se extendía a cada una de nuestras Hermanas en Colombia que sabíamos, que algunas horas después de la nuestra, estarían en la magnífica capilla recién renovada de la Casa Central, también en la celebración de una misa para dar gracias a Dios por su Misericordia que se manifiesta en la valentía, la generosidad y la disponibilidad de nuestras Hermanas, particularmente de estas seis primeras que sin saber exactamente a donde iban, aceptaron la invitación que Dios hizo también a Abraham : “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición” (Gn 12, 1-2).
Para seguir con los números, con la historia, hace 12 años en el 2011, estuve en otra orilla del océano Atlántico, también en una celebración de acción de gracias por la llegada de H. Paulina y su comunidad a tierras colombianas. Era el puerto de Sabanilla en el Departamento del Atlántico en Colombia. El mismo océano, pero otra orilla, a mis ojos, una representación evidente de la unidad en la diversidad.
De frente a ese inmenso mar, a ese océano inconmensurable, pensaba en la vulnerabilidad y la fortaleza que representa el ponerse en ruta, el decidirse a andar, a atravesar fronteras, océanos, el aceptar dejar… y que es “el paso a paso” de cada día el que puede construir “distancia sin fin”.