Haití, 08/10/2016, Comunidad de Nuestra Señora de la Presentación.- En los primeros días del mes de octubre escuchamos en Haití hablar del huracán Matthew, de su paso por las costas colombianas y de la fuerza de su embestida. El pueblo haitiano estaba más concentrado en la tan esperada realización de las elecciones presidenciales, por fin fijadas para el domingo 9 del mes en curso.
El 2 de octubre, siguiendo el recorrido de Matthew, se anunció su paso por Haití. Por recomendación del gobierno provisional cerramos nuestras instituciones (la escuela, la Clínica Saint Esprit y el Centro Pediátrico); la indicación para la población era de permanecer en sus casas o dirigirse a los refugios que se abrirían para la ocasión. El 3 y el 4 vivimos días de lluvia, frío, humedad, muchísimo viento, de una fuerza arrasadora y una casi total incomunicación. El 5 de octubre amainó la inclemencia del tiempo y conservándose la nubosidad, cesó la lluvia y disminuyó la fuerza del viento. Razón por la cual volvimos a abrir los dos centros de salud para responder a las necesidades de las personas de los alrededores. En nuestro contorno sólo veíamos hojarascas y barro como consecuencia del paso del huracán, las comunicaciones aún eran difíciles y no sabíamos que podría haber ocurrido en el resto del país, pero esperábamos que, como en nuestro sector, sólo fueran los efectos de una lluvia torrencial.
A medida que las comunicaciones se normalizaban para nosotras, cuando sus mensajes, llamadas y correos, empezaron a llegar trayéndonos los ecos de su alarma y preocupación, empezamos a tomar conciencia de la dimensión del desastre: el Norte y el Sur (sobre todo este último) fueron seriamente afectados. El sur quedó totalmente incomunicado. Por lo que ustedes nos contaban supimos de la dolorosa pérdida de cientos de vidas humanas, la destrucción de cultivos, la pérdida de ganados, la destrucción total de miles de viviendas... Haití, cuando empezaba a rehacerse del estigma del terremoto, vuelve a verse afectado por este fenómeno natural que arranca una vez más el clamor de los haitianos hacia el Dios bueno (Bondye Papa) que es su único apoyo en el sufrimiento. Algunos equipos de rescate empiezan a tener acceso a la zona, ya empiezan a llegarnos las noticias y las imágenes desde el mismo seno del desastre. Hermanas, la situación es de dimensiones dantescas. Nosotras no sufrimos absolutamente nada, pero ellos lo perdieron todo.
El consulado honorario de Colombia ha solicitado a Hna. Gloria Inés González prestar las instalaciones de la escuela San Carlos Borromeo para el almacenamiento y posterior distribución de la ayuda humanitaria enviada por el gobierno y la población colombiana. Un grupo de profesionales de la salud de Puerto Rico, con una gran trayectoria de solidaridad con Haití, ha solicitado a la comunidad acoger a 10 miembros de su grupo de avanzada, para la coordinación de la llegada de la brigada de rescate y de la ayuda humanitaria de este país.
Hermanas, agradecemos su preocupación por nosotras, sus llamadas y mensajes. Estamos seguras que oran por este pueblo tan probado. Les pedimos que no dejen de hacerlo y que además estimulen, allí donde se encuentren insertas, la solidaridad efectiva con quienes todo lo perdieron y que ahora quedan expuestos no sólo a su miseria sino a todo tipo de epidemias, entre ellas el cólera, del cual ya sean reportado una decena de casos. En unos días las imágenes del desastre no saldrán más en los medios de comunicación, acaparados seguramente por noticias de última hora, pero este pueblo seguirá soportando el peso de una tal destrucción.
“Ou banm tout sa n bezwen "Tú me das todo aquello que necesitamos
pou nou viv. para vivir.
O mèsi Bondye, Gracias Dios bueno,
O mèsi Papa.” Gracias Papá".