Misión de las Hermanas de la Presentación en Agua de Dios (1892-2011): legado invaluable

on 16 Jun, 2017
Visto: 6823
Santafé (Colombia), 01/06/2017, María Teresa Buitrago E., Facultad de Enfermería; María Stella Rodríguez Arenas, Facultad de Teología; Carlos Eduardo Nieto, Facultad de Arquitectura y Diseño.-Durante más de dos años, la Pontificia Universidad Javeriana ha hecho presencia en la población de Agua de Dios, en desarrollo del proyecto de investigación titulado “Aproximación comprensiva de la construcción social del territorio de Agua de Dios a partir de la lepra como hecho fundante”.
 
En los resultados fue posible constatar el sentimiento de profunda gratitud de todos los estamentos de la población hacia la labor que la comunidad de las Hermanas de la Presentación desarrolló durante más de un siglo (1892-2011).
 
Agua de Dios, Internado Crisanto Luque, 2012. Fotografía: Carlos Eduardo NietoAgua de Dios, Internado Crisanto Luque, 2012. Fotografía: Carlos Eduardo NietoDe las comunidades religiosas que han tenido presencia en la población, la de las Hermanas de la Presentación fue la encargada de la atención y cuidado físico y espiritual de la población enferma de lepra, dado su carisma fundacional. Pudimos constatar las huellas de esta presencia y su reconocimiento a través de testimonios como:
 
  • “Los Salesianos llegan a hacer su casa y en 1891 pidieron las Salesianas, pero como el carisma fundacional de ellas no es salud y aquí necesitaban una comunidad que viniera a servir a los enfermos, llamaron a las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación, quienes prestaban su servicio de enfermería en el Hospital de San Juan de Dios en Bogotá.... se dio la obediencia de las primeras 7 hermanas que vinieron a Agua de Dios” (E, Trabajadora Sanatorio, agosto 2015).
  • “Las hermanas (de la Presentación) eran las jefes en enfermería, muchas eran anestesiólogas, eran las enfermeras que acompañaban al médico en cirugía. Pero alrededor de ese instrumental estaba la cuestión espiritual, era la prioridad” (E, Trabajadora Sanatorio, agosto 2015).
  • “Estas comunidades religiosas han acompañado esa vida espiritual, la vida afectiva, esas relaciones humanas con los enfermos, después ellos no se sentían solos, ya tenían la monjita que los ayudaba, que los curaba, el curita que iba y los visitaba, que les hacía la misa, que les enseñaba a tocar un instrumento, que abrieron un centro, que los niños, donde los vamos a formar, entonces hagamos un asilo donde metamos a estos niños a educar, entonces todo esto” (EP, septiembre 2015).

La memoria sobre este legado se constituye en un patrimonio inmaterial que trasciende las fronteras de la comunidad y se convierte en un legado invaluable que es necesario atesorar.

En recuerdo de Agua de Dios En recuerdo de Agua de Dios