Justicia y Paz

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Reflexión sobre la justicia

Hna. Marta Elena Vélez, delegada de Justicia y Paz - España.- La realidad de nuestro mundo roto nos exige una respuesta frente a la justicia, que se convierte en búsqueda continua e intensa de las causas. En todo Capítulo general, provincial, Consejo General Ampliado (CGA), este tema resuena con exigente generosidad, reafirmando nuestro compromiso por la JUSTICIA LA PAZ E INTEGRIDAD DE LA CREACIÓN, para luchar contra toda forma de violencia, pobreza y defender por encima de toda la dignidad de la persona humana, privilegiando la opción en las periferias, donde la “vida clama”.

Nos adentramos en las entrañas de la Congregación, y Marie Poussepin nos permite asomarnos a su alma de mujer madurada en el sufrimiento, en las responsabilidades familiares y sociales afrontadas con valentía, con inteligencia severa y reflexión que la hicieron amar y admirar a sus contemporáneos. En el año 1696 deja su tierra Dourdan y pasa a ese pequeño pueblo a 17 km, Sainville, el camino está abierto. Descubramos el proyecto, es un verdadero proceso que se va haciendo realidad y al servicio del proyecto de Dios en la historia de su tiempo. Abrió caminos nuevos nivelando la educación abriendo escuelas para niños y niñas, rompió estructuras para dar posibilidades de trabajo, tomó el timón de la industria, el tejido de seda a mano no prosperaba, pero tenía visión de futuro y seguía tejiendo con máquinas las medias de seda y de lana.

Muchos jóvenes aprendices, casi niños se benefician de la caridad inteligente de Marie Poussepin, que es capaz de prever, organizar y que sabe ir más allá de la justicia cristiana, hasta no cobrar por su enseñanza y proporcionarles, habitación, lavado de ropa, comida… todo desde el sentido de la Providencia, establece entre ellos una sana emulación en el trabajo remunerado, pedagogía desconocida en su tiempo, esta es la verdadera justicia. No se queda sólo con las técnicas, va más allá y adquiere nuevos compromisos con los más frágiles y enseña a leer y a escribir, y aún más, lo hace a niveles personales y grupales. Honestamente produce con qué vivir, y es de digna admiración los planes de formación y de promoción humana para los jóvenes aprendices, la caridad por el trabajo es ya su fórmula mágica que es igual a justicia en servicio de los más desfavorecidos. El trabajo honrado, herencia y sello de su familia, abre ya en su vida un camino, el trabajo instrumento al servicio de la justicia desde su inmensa caridad. Sigue soñando, ve la posibilidad de establecer más escuelas, un dispensario, salas para trabajo de tejidos, y claramente dice: para utilidad de la parroquia, instrucción de la juventud y al servicio de los pobres enfermos, tiene una amplitud de espíritu para responder con justicia a las necesidades con todo lo que la caridad puede inspirarle.

Hermanas, nos apremia el trabajo por la igualdad para que la mujer pueda desarrollar sus capacidades y ponerlas al servicio de los otros, no pasemos de largo y detengámonos en la parábola del Buen Samaritano que siempre da de sí (Lc 10,33-34) se conmueve, se acerca, se compadece, consuela, sana, cura, ama, son actos para sufrir con el otro, se hace próximo, le asiste, le lleva le cuida, el samaritano se baja y aquí sucede que se produce un descenso que lleva sentido profundo para una liberación, Jesús se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, se humilló hasta la muerte y muerte de cruz (Fil 2,6-8). La compasión de Cristo se inserta en el corazón del ser humano herido.

Necesitamos convertirnos en agentes de cambio, y necesitamos participar en movimientos que generen conciencia, entramos con Laudato Si’, en esa conciencia medioambiental. Necesitamos un cambio de corazón para confrontar resistencias y lanzar una mirada agradecida a la creación, dejarnos tocar por su realidad rota, sin miedo, introducir cambios en nuestro modo de vida y estar donde la vida y la justicia claman.

Intentemos reparar el daño causado a los más vulnerables y a la misma tierra.

Intentemos restablecer relaciones rotas, y estar abiertas al diálogo para trabajar con otras y otros.

Intentemos valorar lo recibido y aprendamos de tantas hermanas nuestras y de otros con quienes compartimos la misión, transformar nuestra existencia para conservar el don de la vida.
 

Marie Poussepin “vio lo que era recto a los ojos del Señor y lo cumplió”, coherente y trabajó al 100% por la dignidad de los más pobres. Su relación con Dios, con la creación y con los demás sincera, audaz y generosa.

Actuemos con justicia frente a la migración, desplazamientos, la trata de seres humanos, la desigualdad, esclavitud de la mujer, la eutanasia, por los pueblos empobrecidos, explotados, por los impactos económicos que no priorizan la vida.

Intentemos preservar, reparar, acoger, cualquier riesgo que pudiera vulnerar los derechos humanos.

La Congregación está involucrada en la tarea de la justicia, son muchas las hermanas y colaboradores que acompañan comunidades en proceso de desarrollo con múltiples proyectos donde la vulnerabilidad impera, se intenta proteger, acoger, promover, lo sostenible como condición esencial para el futuro, donde la justicia y la paz abren posibilidades para procesos de paz, facilitar mediaciones y poder llegar a una reconciliación con Dios, con la naturaleza y con los otros, sanar las heridas de grandes sufrimientos, abatir fronteras para acercarnos.

Tenemos incapacidades, reconozcámoslas. Nuestra unión con El permite “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

Necesitamos hablar a menudo de Dios y con Dios, para renovar con frecuencia la intención de hacer todo para su gloria, y rescate de nuestros hermanos… Todo al servicio de los más desfavorecidos, buscando con ellos y proporcionando lo necesario sin ser asistencialistas, inquebrantables en la fe, firmes en la esperanza y generosas en la compasión en la justicia, aún en la escasez no dejéis de hacer caridad; en las conversaciones en el trabajo al día de hoy esto no es una rutina es una necesidad apremiante.

Cómo no finalizar esta reflexión recordando: “Yo deseo y recomiendo de todo corazón, que mantengáis el celo por la instrucción de los niños pobres, tanto espiritual como temporalmente, el espíritu de pobreza y el amor al trabajo” (Testamento Marie Poussepin).

 
Libros y artículos consultados: "Mujer Camino", "Marie Poussepin o el ejercicio de la Caridad" y 
"Mujeres de compasión, comprometidas con el sufrimiento de todo lo creado" de P. Mauro-Giuseppe Lepori, OCist (Boletín 173 UISG).

 

 

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