Justicia y Paz

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Unas gotitas de espiritualidad por la Justicia, la Paz y la Ecología

 

La Caridad versus las acciones caritativas

Hna. Nícida Amparo Díaz, delegada de Justicia y Paz - El Caríbe.- Cada vez que reflexiono en torno a la Caridad, contemplo un mundo donde la miseria de los miserables, a saber: indigentes, drogadictos y alcohólicos, degradación de la mujer en su dignidad, niños y niñas en situación de calle, hombres y mujeres rebuscando en la basura algo para comer, jóvenes sin horizonte de vida, refugiados, inmigrantes, guerras, desolación, enfermos... Una realidad que se nos da como el pan del día... ¿Cómo y de qué manera Marie Poussepin respondería ante tanta miseria, ante tanta soledad, ante tanto sufrimiento?
 

Un pequeño y profundo recorrido por las entrañas de las fuentes de nuestra Congregación

La miseria y la misericordia se abrazan

Dourdan había caído en la miseria y sus compañeras eran el hambre y las epidemias que tocan a la puerta día tras día... Marie Poussepin no sólo ayuda, sino que acoge en su casa al miserable: “No se contenta con ayudar a Marie Olivier, pobre viuda, enferma, sino que la instala en su propio cuarto, para cuidarla hasta la muerte”. No hace un favor, ni mucho menos una acción caritativa, al contrario, realiza el acto más heroico que inspira la Caridad, a saber, tratar con dignidad y misericordia al miserable...
 
En la humilde aldea de Sainville, “devastada por la guerra, el hambre y las epidemias, y donde la ignorancia era grande”, Marie Poussepin se encuentra con el rostro de muchas niñas sin asilo, sin socorro, jóvenes sin instrucción y sin recursos, enfermos sin asistencia ni cuidados... Marie Poussepin no sólo se compadece, sino que se deja inspirar por la Providencia para responder con obras de misericordia a la miseria de los miserables... Entonces, “tomó consigo jóvenes del campo, sin asilo y sin recursos, para educarlas en el temor de Dios, enseñarles a trabajar para ganarse la vida y hacerlas capaces de evitar los desórdenes a que exponen la miseria y la ignorancia” (IP).
 

De la acción caritativa al servicio de Caridad en el siglo XXI

Ante tanta miseria que oscurece el mundo que Dios no sólo ha soñado, sino que ha puesto en nuestras manos la realización de su sueño, dejemos que se estremezcan nuestras entrañas y conmueva el corazón, de esta manera, la Providencia de Dios nos dirá cómo responder para que nuestras acciones no se conviertan sólo en una acción caritativa, sino en un servicio de Caridad que descubra en la carne de mi hermano el rostro de la miseria y del dolor del crucificado que aún camina por nuestras calles y veredas, tirado en los caminos, viene a nuestra casa buscando un pedazo de pan, un vaso de agua, un espacio donde bañarse o cobijarse porque no encuentra posada en una sociedad que desprecia, descarta, invisibiliza y margina al miserable, pues, estorba a nuestra tranquilidad y quizás, cuestiona nuestra “acedia egoísta”. Una dinámica que, como el pulpo, va acercándose a nuestra vida hasta asimilarnos al orden establecido, convirtiéndonos en sus servidores.
 

La espiritualidad cristiana no puede tener otros cauces que los de la Misericordia

La espiritualidad cristiana no puede tener otros cauces que los de la Misericordia. Ser cristiano y fiel al Evangelio en el siglo XXI, no es más que entregarse a vivir la Misericordia en todas sus dimensiones. “O somos misericordios@s o no somos cristian@s”.

“Las obras de misericordia no pueden pasar de moda”.1 Más aún en estos tiempos donde no es fácil encontrar la Misericordia por los caminos del mundo donde predomina la indiferencia, el individualismo y el afán compulsivo de resguardar nuestras estructuras sin recrearlas, de estar centrados en nosotros mismos y ver la manera de cómo sobrevivir, mientras nuestros hermanos y hermanas no tienen ni aliento, ni fuerzas para gritar y hacer escuchar su voz. Necesitamos reconocer desde una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra al Dios escondido que habita en los hogares, en las calles, en las plazas, en las escuelas. “Necesitamos contemplarlo para lograr un diálogo como el Señor desarrolló con la samaritana, junto al pozo donde ella buscaba saciar su sed... son muchísimos los no ciudadanos, los ciudadanos a medias, o los sobrantes urbanos” (EG 72.74).

“Dios supera la miseria con la Misericordia. Por eso Dios se humanizó. Y los humanos nos humanizamos con la Misericordia, y cuanto más nos humanizamos, más nos asemejamos a Dios que se humanizó... El dogma de nuestra fe: "Dios se hizo hombre", tiene una comprensión correcta diciendo: La Misericordia se hizo humana. El mundo comienza así a ser el Reino de Dios”.2 Esta es la dinámica que debemos encarnar en nuestra vida para que nuestras acciones no se conviertan en un favor concedido, o en una acción caritativa, sino en un acto heroico inspirado por la Providencia de Dios que nos pregunta: ¿Dónde está tu hermano? o nos dice “Denles ustedes de comer”.
 
* 1 y 2: Carlos Bazarra, "Vivir la Misericordia".
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