Ouagadougou (Burkina Faso), SR. CELINE SAWADOGO, 13 de diciembre de 2020.- “¡AQUÍ VIENEN DÍAS DE PAZ Y ALEGRÍA! Nacido en el año 765 a.C., Isaías, llamado el profeta del Emmanuel, comenzó su ministerio profético en el año 740, anunciando la ruina de Israel y Judá como castigo por sus infidelidades. Durante medio siglo su ministerio estuvo dominado por la creciente amenaza que Asiria representaba para Israel y Judá. Es el profeta de la fe y la esperanza, pero también el más grande de los profetas mesiánicos. En las graves crisis que atraviesa su nación, pide que confiemos sólo en Dios, la única posibilidad de salvación. Sabe que la prueba será dura, pero espera que de ella surja un pequeño resto, del que el Mesías será rey.
Dios mismo viene a salvar a su pueblo. A través de su predicación, Isaías quiere reavivar la esperanza de Israel, porque su liberación está cerca. ¡Sí, el que viene a salvar a su pueblo está cerca! Este texto continúa despertando, no sólo la fe de los cristianos de nuestro tiempo, sino también la de toda la Iglesia en su camino.
INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO
VEN ESPIRITU SANTO. Haz espacio en mí, para que resuene, como un eco, en mi interior, la Palabra de Jesús, la única Palabra con poder de salvar. Amén.
PRIMERA LECTURA
Isaías 61, 1-2.10-11 ¡ALÉGRATE, TÚ QUE ESPERAS EN EL SEÑOR!
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor. Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia, como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas. Así como la tierra echa sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones”.
REFLEXIÓN DEL TEXTO
La primera lectura de este domingo, del libro del profeta Isaías, llega en el momento oportuno, tanto él como la Iglesia nos invita a la alegría, porque el Señor viene. A medida que avanzamos en los preparativos para la llegada del Salvador, nuestra esperanza crece. Por eso hemos llamado a este tercer domingo de Adviento, el Domingo de Gaudete, es decir, de alegría.
En ese día, dice el profeta, todos conocerán la alegría y "una felicidad sin fin iluminará sus rostros... El dolor y la pena huirán" (Is 35, 10b). Dios restaurará todas las cosas a su esplendor y dignidad originales. ¡El esclavo no suspira sino hasta que sea liberado! Esta imagen del esclavo nos ayuda a entender mejor la alegría que tal anuncio nos trae a quienes esperamos la verdadera alegría. Esta buena noticia es también un motivo de exultación para toda la creación. La fe que da vida a la esperanza, nos lleva a acoger el Reino ya existente y el que está por venir.
SILENCIO. MEDITACIÓN
- ¿Soy hoy consciente de mi esclavitud, fragilidad y servidumbre hasta el punto de desear ver la llegada del Mesías en mi vida?
- El Salvador viene para los pobres, los débiles y los pequeños. ¿Confío en la promesa al punto de esperar a pesar de las vicisitudes generadas por tantas plagas y males?
- ¿En qué sentido soy pobre, débil o pequeño?
- ¿En qué necesito que me salven, que me liberen?
El profeta nos recuerda que no podemos esperar la salvación de Dios sin poner toda nuestra confianza en Él. Por lo tanto, la buena noticia de su venida debe reavivar nuestra esperanza y hacer que nuestro camino en la fe sea más activo. La salvación de Dios está cerca de mí aún hoy; Dios continúa viniendo a nosotros para nuestra salvación a través del testimonio de aquellos que creen en Él.
Por otra parte, el Papa Francisco, a través de su encíclica "Fratelli tutti", nos desafía a todos a hacer más evidente nuestra pertenencia a la fraternidad universal, promoviéndola, trabajando para romper las barreras entre las personas y para disipar las sombras de un mundo cerrado que asfixia o deja fuera a algunos de nuestros hermanos.
¡Permanezcamos vigilantes y valientes en la oración y el buen testimonio! Mostremos al Mesías que viene, nuestro sincero deseo de acogerlo con una vida de arrepentimiento y solidaridad con los más pobres; confiémosle todas nuestras preocupaciones, las de nuestro mundo y nuestras sociedades.
ORACIÓN
Contemplemos a este Dios que es bueno, amable y que viene a encontrar al débil, pobre y pecador, haciéndose vulnerable como ellos.
Te agradecemos, Señor, la alegría que traes a nuestros corazones y por tu preocupación por cada una de tus criaturas a las que amas y quieres salvar. ¡Fortalece la fe y la esperanza en nosotros, y concédenos la gracia de salir de nuestra somnolencia, pereza y esclavitud, para encontrarte!
Haznos ver tu amor, Señor, ¡y danos tu salvación!