Domingo de Cuaresma: "¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Quién podrá estar en su recinto santo?" (Salmo 24, 3)

on 25 Feb, 2021
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REFLEXIÓN: Segundo Domingo de Cuaresma. Génesis 22, 1-2, 9a, 10-13, 15-18; Romanos 8, 31b-34 y Marcos 9, 2-10

Bangalore (India), 28/02/2021, Sr. Anula Irvin Suguna.- El segundo domingo de Cuaresma presenta otra figura significativa para este tiempo de conversión: la experiencia de la montaña. Tanto la primera lectura como los acontecimientos del Evangelio se llevan a cabo en la cima de una montaña. 

Dios le dijo a Abraham: “Toma a tu hijo Isaac… ve a la tierra de Moria y ofrécelo allí como holocausto en uno de los montes, el que yo te diré” (Génesis 22, 2). Abraham obedeció y tomó la leña y a su hijo único para ir al lugar donde Dios le había dicho. (Gen 22, 3). Estaba convencido de que, en el monte del Señor, Dios proveería. Aún más, ese lugar podría llamarse la montaña de la obediencia y la fidelidad de Dios. “Entonces Abraham llamó a aquel lugar el SEÑOR provee...” (Gen 22, 14). Hay un movimiento recíproco entre Dios y Abraham: Abraham escucha a Dios y va a donde él le pide; por otro lado, Dios cumple Su promesa y perdona a su hijo Isaac. A partir de ahora Abraham ya no irá solo a ningún lugar, pues ha hecho un recorrido que le ha implicado subir a la montaña con Dios y encontrase con Él en la cima.

El Evangelio nos invita a centrarnos en otro monte: el Monte Tabor, el de la transfiguración: “seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó solos a un monte alto” (Mc 9, 2). Jesús conduce a los discípulos a lo alto de este lugar donde después se transfigurará. La transfiguración es el único acontecimiento en el que Jesús aparece radiante, lleno de gloria, como una prefiguración de su resurrección. ¿Qué tipo de monte es este? Es el monte de la paz, por eso Pedro dice: “Señor, qué bueno es estar aquí” (Mc 9,5), aquí fue donde Jesús revela su gloria a los discípulos. Es un lugar de oración y pasión como Moisés y Elías que se veían como en un estado de gloria y hablaban de su partida, que debía cumplirse en Jerusalén” (Lc 9,31). 

La montaña juega un papel muy importante en la vida de Jesús, a menudo él solía subir allá para orar, pues le brindaba una atmósfera tranquila, para estar en silencio y comunicarse con su Padre (Mt 14, 23, Mc 6, 46, Lc 6, 12, Jn 6,15). Muchos acontecimientos importantes de la vida de Jesús tuvieron lugar en algún monte (las tentaciones, el sermón de la montaña, su oración, su agonía, la cruz, su resurrección y ascensión). Éste es un lugar sagrado; para Jesús, es un lugar de encuentro con su Padre.

En este segundo domingo de Cuaresma estamos llamadas también a subir a la montaña, pero no solos, sino con Dios, así como lo hizo Abraham y también Pedro, Santiago y Juan guiados por Jesús.

Hay un camino de ascenso y otro de descenso en la escena de la transfiguración, “… mientras bajaban del monte…” (Mc 9, 9). Nuestro itinerario espiritual implica 'subir', pero también 'bajar'. Jesús mismo nos muestra tanto el camino hacia arriba como el camino hacia abajo al mismo tiempo. Él subió junto con sus discípulos y nos enseñó el camino de descenso con su propia vida a través del sufrimiento y muerte en la Cruz. En el camino de nuestra vida, la senda del descenso es más confiable si, conscientemente, nos bajamos y salimos de nosotras mismas para estar más disponibles para Dios y para los demás.

Una invitación de esta Cuaresma es precisamente subir a la montaña guiadas por Dios… Moria, Tabor…. (cualquier nombre significativo) allí donde podemos encontrarnos con Él.

Emprendamos, el camino de descenso, camino de transformación. Así, la oscuridad, el fracaso, los obstáculos, las debilidades y los momentos de confusión serán nuestros principales maestros, a través de los cuales, Dios caminará con nosotras y con seguridad nos proveerá.