Lectio Divina: Quinto Domingo de Pascua. Ciclo B

on 29 Abr, 2021
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Manizales (Colombia), Hna. Elizabeth Caicedo Caicedo, 02 de mayo de 2021.- Somos fecundos en la humildad de la poda.

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EVANGELIO 

Juan 15, 1- 8.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el viñador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
 

ESTUDIO DEL TEXTO 

¿Qué dice el texto? El texto que vamos a orar hoy se sitúa en el inicio/apertura del capítulo 15 del Evangelio de San Juan. Estos versículos pertenecen a la primera unidad literaria 15, 1-17 que desarrolla la relación de reciprocidad que existe entre Jesús y sus discípulos. Los versículos 1-8 presentan la metáfora de la vid, el amor de Jesús hacia sus discípulos y están marcados por la repetición de la expresión: “permaneced en mi amor”, permanecer es la palabra clave de todo el fragmento.

Este capítulo junto a Jn 5 pertenece a los discursos más largos de Jesús en el evangelio de Juan. Algunos biblistas afirman que Jn 15 es un añadido tomado de una supuesta escuela de Juan. La primera parte de este monologo de Jesús está caracterizado por las palabras “permanecer” y “amor”. El amor en este trecho es el motivo vinculante entre Jesús y sus discípulos. 15, 1 inicia con el “Yo soy” que se complementa con “mi Padre” y “vosotros sois” así: yo soy la vid verdadera (15,1) yo soy la vid (15,5), mi Padre es el viñador (15, 1) y vosotros sois los sarmientos/las cepas (15,5) todo hace referencia a un trabajo conjunto y vida en común. 

La metáfora de la vid por su parte es todo lo que necesita Jesús para poner a sus oyentes a reflexionar sobre él, su Padre y sobre sí mismos como discípulos, él mismo es la vid. La imagen sugiere una forma física de vida en común, de ser fructíferos juntos, de crecimiento conjunto, para esto los discípulos ya están limpios (15,3) ellos por la palabra de Dios pronunciada a través de Jesús están consagrados a Dios, le pertenecen, es la palabra de Jesús la que purifica y los une a Dios mismo. Aunque Jesús va a enfrentarse a la muerte es para los suyos fuente de vida y de santidad, por eso es posible producir frutos (15,6). El demuestra la gran fecundidad que tiene permanecer en él y muestra a sus discípulos que compromiso implica asumir y cuáles son las expectativas de Dios.

Para finalizar precisa algo muy importante:  para que el fruto sea copioso el padre-viñador es quien realiza todos los cuidados para que así sea, él corta y poda, este proceso de purificación se realiza cuando el discípulo acoge la palabra de Jesús.

MEDITACIÓN 

¿Qué mensaje tiene Dios para mí a través del texto? Comunión, unión, entrar en relación es el ambiente vital del discipulado, somos seguidores de Jesús porque en nuestro corazón resuena el “yo soy” como expresión de una identidad que atrae al seguimiento, aun si este trae la cruz, aún si este supone morir para vivir como posibilidad de dar fruto.

Esta común-unión con Jesús vivida en clave de permanencia es la fuente del amor verdadero, el amor de Dios comunicado a nosotros a través de Jesús, él nos llamó, nos hizo sus amigos, nos permitió ser parte de los suyos, de su familia. Una familia que tiene al Padre como meta, como el que cuida la vid: nuestra vida, nuestra familia, la comunidad, la Iglesia, el mundo. Él nos conoce, nos ama como ama a su hijo, en su hijo nos hizo sus hijos por eso poda, corta para limpiar, purificar nuestra vida y nuestro corazón (lugar de las decisiones que tomamos), para darnos la oportunidad de amar como él ama.

Por otra parte, como el sarmiento participa de la vida de la vid, así nosotros los discípulos de Jesús por nuestra adhesión a él participamos de su relación de intimidad con el Padre, con quien Jesús es uno, y nosotros podemos ser uno, por opción, por amor. Por eso si Jesús permanece en nosotros, nos habita y nosotros permanecemos en él, tenemos la posibilidad de dar fruto, los frutos de la santidad, de la configuración con Cristo. En este sentido el permanecer unidos a la Palabra (Jn 8,31), en el amor (Jn 15,9-10), en la luz (1 Jn 2, 10) en Dios (1 Jn 4, 13-16) se convierte en nuestra oportunidad para manifestar en nuestra vida su gloria, su acción salvadora, porque somos conscientes de que sin Él no podemos hacer nada.

Pidamos entonces lo que necesitamos, lo que necesita el mundo porque tenemos la seguridad de que seremos escuchados y aquello que pidamos se realizará… porque somos sus discípulos, sus amigos.

ORACIÓN 

¿Qué le decimos a Dios como respuesta a su mensaje?
«Cuando se poda la vid,
se la despoja de todas las ramas,
los sarmientos. Sólo queda un
tronco áspero y oscuro,
sin la más mínima hoja verde.
Cualquiera que no sepa de podas,
dirá que la vid está absolutamente
muerta en medio del invierno.
Sólo quedan pegados al tronco
unos centímetros de algunas ramas
que dieron fruto en otro tiempo
y que ahora parecen muñones sin futuro».  (P. Arrupe S.J)
 
Agradezco a Dios todos los momentos de poda que he vivido a lo largo de mi vida, y la vida nueva que me permitieron recibir y compartir.
 
«Cuando se poda una rama,
pueden seguir saliendo por los cortes
pequeñas gotas de savia
como si llorasen la pérdida,
buscando desorientadas
el mismo camino de siempre
que ya no existe».  (P. Arrupe S.J)
 
Reviso mi vida y agradezco los duelos vividos y pido perdón por querer en tantos momentos no morir a aquello que necesito morir para purificar mi vida y dar fruto, los frutos que Dios quiere.
 
«Cuando llega la primavera,
frágil pero indetenible,
la corteza reseca y endurecida de la vid
empieza a abrirse desde dentro
por la fortaleza de la vida
que ha crecido en su interior.
El rigor del frío se va alejando de su entorno.
Aparecen los brotes, las ramas,
las hojas, y los racimos de uvas.
Es tiempo de sorpresa,
una toma de conciencia
de una vitalidad asombrosa
en su pequeñez y vulnerabilidad,
que ya es imposible de esconder y detener
bajo la cáscara».  (P. Arrupe S.J)
 

Agradezco a Dios mi debilidad, mi vulnerabilidad, le pongo nombre a aquello que me permite sentirme necesitada de él, porque sin él no puedo hacer nada. 

CONTEMPLACIÓN 

¿Cuál es mi compromiso?  Una palabra se repite once veces en una parábola tan breve como la de Jn 15, esta palabra es permanecer. Es como una idea fija del escritor/narrador que teje todo el texto, la clave que explica el texto. En las podas que vivimos lo más importante es permanecer pegados al tronco de donde nos llega la vida, aunque todo parece muerte. Nuestra invitación es a hacer de los momentos de poda, de purificación, momentos de gracia donde dejemos que Dios nos hable al corazón, nos abrace, nos consuele para continuar nuestra vida y así dar fruto.

«Durante semanas en la vid podada
no sucede nada por fuera,
pero dentro, célula a célula,
se va gestando la primavera
con procesos diminutos e invisibles.
El ritmo es lento y no responde
a las impaciencias del agricultor
ni a la hostilidad del clima que la rodea.
Todo el trabajo es interior
y silencioso».  (P. Arrupe S.J)