Bogotá (Colombia), Hna. Ana Francisca Vergara Abril, 22 de diciembre 2024.- Este Adviento hagamos camino con las imágenes que los salmos de los cuatro domingos nos ofrecen.
Sal 80,2-3.15-16.18-19
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó,
y al hijo del hombre que tú has fortalecido.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
¡Ven, te esperamos! Es hermoso escuchar que nos dirijan estas palabras: ¡te hemos estado esperando, ven pronto! Es una súplica que manifiesta necesidad y esperanza, urgencia y alegría; es una espera gozosa y dispuesta. Cuando se acoge a alguien se prepara el lugar con lujo de detalles.
Le decimos ven a quienes les tenemos confianza, a aquellos que dejamos entrar en nuestra casa y en nuestro interior. Hay muchas acciones que se colocan después del verbo venir: “ven y…”. Luego que se le invita a alguien a llegar hacia nosotros decimos a menudo ven y tomemos un café, ven y hablemos, ven y te cuento, ven y verás, ven y sabrás donde vivo y quien soy.
¡Ven, porque te esperamos con ansias! es la expresión más profunda del adviento. ¿Somos conscientes de ello? ¿Cómo estamos disponiendo nuestra casa física e interior para acoger al Emmanuel que llega?
Elizabeth en el fondo de su alma esperaba la visita; María llega de improviso a casa de Zacarias y es recibida con exclamaciones de alegría. Toda visita marca la vida del anfitrión y del acogido, es el encuentro de dos voluntades: quien quiere acoger y quien quiere llegar.
El Señor siempre quiere venir hacia nosotros, la pregunta es: ¿yo quiero acogerlo?
Bendecida acogida del señor en nuestras comunidades y hogares, que su presencia irradie paz y alegría en nuestras vidas. ¡Feliz Navidad!