Lima (Perú), Hna. Martha Elena Zapata Luján, 27 de noviembre de 2022.- El tiempo de la espera es vivido en la Iglesia con la misma oración que resonaba en la asamblea cristiana primitiva: El Marana-tha (Ven Señor) o el Maran-athá (el Señor viene).
ORACIÓN
Oremos e invoquemos al Espíritu de Dios para que, en este Adviento, tan diferente a los anteriores, aprendamos a romper las lógicas humanas, dejemos a un lado tantas cosas que clasifican nuestra existencia de una manera determinada y que, en definitiva, la alejan de Dios. Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, a guiarnos e inspirarnos.
Mateo 24,37-44
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estén en vela, porque no saben qué día vendrá nuestro Señor. Comprendan que si supiera el dueño de la casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estén también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre”.
VIGILAD
La espera del Mesías y la conmemoración de la preparación a este acontecimiento salvífico tienen su gran importancia en los días que preceden a la Navidad. Con la espera del Mesías, toda la Iglesia se siente sumergida en la lectura profética de los oráculos mesiánicos. Hace memoria de nuestros Padres en la Fe, patrística y profetas, escucha a Isaías, recuerda el pequeño núcleo de los anawim de Yahvé que está allí para esperarle: Zacarías, Isabel, Juan, José, María.
Todos los textos de adviento nos recuerdan: que la salvación está cerca, que la humanidad y la creación entera viven en un clima de adviento esperando la manifestación visible del Reino de Dios, y que hay que estar despiertos, alegres y vigilantes para caminar a la luz del Señor. Estemos atentos y vigilantes ya que no sabemos cuándo será el tiempo y el momento.
¿Cuál es la motivación y disposición interior para vivir este encuentro con la PALABRA?
Busco un lugar adecuado y hago silencio, examino el texto, los personajes, de manera especial a Jesús, cada palabra, cada situación y contexto… guardo este tesoro en mi corazón y como María meditaré este tiempo de espera y vigilancia con ella y como ella.
LA PALABRA ESCUCHADA
Estoy a la espera. Me pongo a la escucha. Me preparo interiormente para este encuentro. Saboreo esta experiencia de vida que me ha sido revelada. Dejo que la Palabra de Dios ilumine mi vida y penetre mi existencia. Leo los textos con atención y pausadamente y con corazón de discípulo y oído atento a la voz del Dios abro mi corazón y me dejo interpelar por la Palabra.
Me detengo ante aquella palabra, frase o actitud que más me llama la atención y ante la cual me siento exigida o exigido, luego dejo hablar a mi corazón:
¿Qué respondo al Señor? ¿Qué brota de mi interior? ¿Hacia quiénes o quién me invita? Se puede compartir la reflexión con el grupo que hace su revisión de vida frente a la PALABRA.
En esta nueva experiencia de vivir el adviento, en el contexto donde me encuentro... ¿Cómo puedo redescubrir la centralidad de Cristo en mi vida, historia personal, vocacional, consagrada y familiar?
MEDITACIÓN
Después del compartir el animador concluye con esta reflexión.
Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, guiarnos e inspirarnos.
No es tan difícil, es cuestión de aprender a escuchar, de no hacer ruido en nuestra alma, de ponernos delante de Dios y no oír otra cosa más que a Él para que nada interrumpa esa comunicación de amor entre Dios y cada uno de nosotros.
Nuestro corazón debe estar dispuesto a escuchar a Dios para que este tiempo de Adviento, en el que se produce la mayor alegría para el hombre, que es el encuentro con el Señor, y no pase como las hojas del calendario, sino que sea un tiempo para que permanezca en el corazón. Con una gran apertura interior permitámosle al Espíritu Santo hablar para así poder ir quitando todo aquello que nos impide tener paz en el alma, junto al niño en Belén.
¿COMO VOY A PREPARARME PARA VIVIR ESTE PERIODO DE ESPERA DEL SEÑOR?
¿Tengo algún plan concreto para vivirlo a nivel personal, familiar o en comunidad?
ORACIÓN
Señor, gracias, tu Palabra hacia nosotros nos lleva a amarte, a conocerte, a dar nuestra vida por ti; gracias porque siempre podemos confiar en ti, en tu amor, en tu misericordia y en tu bondad.
Te damos gracias, Señor, porque te revelas en nuestras vidas y nos ayudas a comprender la grandeza de tu amor, a través de tu Palabra.
Gracias, Señor, porque nacerás nuevamente en nosotros, tu Palabra en este tiempo será la ruta a seguir, gracias, porque sólo se podrá corresponder con una entrega verdaderamente generosa y amorosa, con esfuerzos de vigilancia y conversión. Dejamos nuestras vidas en tus manos Señor.
Tuya sea la Gloria, el Honor y la Alabanza. Nos has entregado tu vida, en ella nos queremos renovar por eso te decimos nuevamente Marana-tha (Ven Señor).
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