París (Francia), Sr. ANNE LÉCU, 10 de diciembre de 2023.- Apresurar el advenimiento del día del Señor.
LECTURA
Segunda carta de San Pedro (2 P 3, 8-14)
"Una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día. No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión. Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá. Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán? Pues esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en lo que habite la justicia. Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha".
Pedro escribió bastante tiempo después de Pablo, y los primeros cristianos resintieron la larga espera del regreso de Cristo; Pablo entonces, ofrece una meditación sobre la paciencia y el tiempo. El tiempo es parte de la creación, sin embargo Dios que es presente eterno, es Señor del tiempo. Viene cuando le place, tanto en nuestras vidas, como al fin de los tiempos.
El viene y regresa cuando aún no estamos listos para recibirle. Sin embargo, puesto que el tiempo hace parte de la creación, está limitado por el advenimiento del Día del Señor, del que no sabemos nada, ni siquiera el Hijo.
Pedro nos brinda una enseñanza preciosa y estupefacta: aquellos que viven en la santidad y la piedad, pueden anticipar la venida de ese Día. El verbo griego “anticipar” (apurar) significa acelerar y desear ardientemente. Es el mismo verbo utilizado en el texto de la visita de los pastores al pesebre de Belén (“fueron a toda prisa”)
MEDITACIÓN
La santidad no es la perfección ni el resultado de un esfuerzo realizado a costa de todo, es pertenecer a Dios y a nadie más. En la Biblia, la piedad es la actitud del hombre o la mujer fuerte, que suplica a Dios por los otros, por este mundo para que Él intervenga realmente y conceda valentía a aquellos que la necesiten. Necesario será velar. ¿Deseamos sinceramente que el Día del Señor apresure su venida? ¿que acaben los sufrimientos de los hombres y mujeres?
ORACIÓN
Ven Señor, en nuestro auxilio, y enséñanos a perseverar en la súplica en favor de este mundo y quienes lo habitan. Danos la gracia de saber pedir la prontitud de tu venida.
CONTEMPLACIÓN
"Pues lo que esperamos, según la promesa del Señor, es un cielo nuevo y una tierra nueva donde residirá la justicia".