Lectio Divina: Tercer Domingo de Pascua de Resurrección. Ciclo A

on 24 Abr, 2020
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Tlaxcala (México), Hna. Elizabeth Flores Pérez, 26 de abril de 2020.- “De qué van hablando por el camino”.

Lectio Divina 26/04/2020 esp Descargar

Esta es una propuesta para realizar la Lectio Divina de Lc 24,13-35, Siendo guiadas por los textos de Jean Lafrance (1931-1991), en su libro “Prie ton Père dans le secret” (en letras de color), bien sea personal o comunitariamente toma lo que te ayude. Buen camino hacia el encuentro con el Señor.

PREPARACIÓN

“Primero, ella (la virgen dada a la vida contemplativa) se concentra antes de entrar en oración… Recoge sus pensamientos y afectos. Se apresta para escuchar la Palabra de Dios”.

Prepara lo que necesitas, señala el texto. ¡El preludio es importante!, dale su tiempo (un lugar, una posición, un tiempo favorable).

Y silencio…

“Después, ella abre el libro de las Escrituras... para recibir el pensamiento de Otro y no el propio”.

“Ella puede entonces, leer, no para conocer, sino para penetrar el sentido profundo de las palabras…descubriendo una verdad escondida…”. 

Es importante leer el texto en voz alta, bien sea que estés en grupo o solo. Escuchando las palabras por lo menos una vez, después puedes leerlas en silencio. Deja que las palabras penetren en tus oídos, en tu ser.

No avances pensamientos, ni ideas, estos pueden ser obstáculos. En un primer momento solo escucha estas palabras, si alguna te atrapa, quédate en ella, escríbela.

EVANGELIO 

Lc 24,13-35. Los discípulos de Emaús

“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerlo. Él les dijo: “¿De qué discutís por el camino?”. Ellos se pararon con aire entristecido.

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ‘¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí estos días?’ Él les dijo: ‘¿Qué cosa?’ Ellos le dijeron: ‘Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a liberar a Israel; pero con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron’.

Él les dijo: ‘¡oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?’ Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.

Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: ‘Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado’. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.

Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro: ‘¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?’.

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, que decían: ‘¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!’. Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan”.

INTERROGA EL TEXTO 

¿DE QUÉ VAN HABLANDO POR EL CAMINO?

Te invito a contemplar, primero a nuestro pueblo. En estos últimos tiempos ¿de qué va hablando por el camino? ¿Cuáles son sus gritos de auxilio, sus palabras de fe, esperanza y amor; sus silencios que revelan sus temores?

¿Y tú? ¿de qué vas hablando por el camino? ¿qué ocupa tus pensamientos? ¿de qué están llenas tus palabras? No te apresures, toma tu tiempo.

SILENCIO. MEDITACIÓN

Es el momento de apoyarnos en algún texto. Te sugiero el siguiente.

“El silencio capacidad de escucha”

(Escuela del silencio - En la página web www.dominicos.org)

No escuchamos sólo con nuestro oído. Nuestro cuerpo también escucha. Una palabra, cuando encuentra un cuerpo abierto, se extiende por él. El silencio crea una resonancia en la Palabra. Después de hacer silencio se escucha mejor. El silencio es un vacío y se hace presente una plenitud. Sólo el vacío puede dar resonancia. No se puede cantar con la boca llena. Es necesaria la capacidad de escucha.

El oído no selecciona. La vista es más selectiva. El oído se entera de todo. Del canto del pájaro y del silbido del viento. El silencio es necesario para seleccionar la Palabra y para decir lo que el salmista. Oigo en mi corazón una voz.

Para escuchar es necesario el afecto. Nuestra escucha es inmensamente provocadora. La escucha inspira al otro. Si escuchas, desatas las vallas del otro y provocas su palabra.

La Palabra, si nos toca y nos hiere, nos puede acompañar eternamente. Busca la Palabra que habita en tu corazón. No la busques fuera. De alguna manera ya está dentro. Escúchala. Lo que hace la Palabra es despertar algo que ya está dentro de nosotros. Por el silencio uno aprende a escuchar sin anticipación. No adelantarnos a la palabra es buena cosa. No decir antes de tiempo lo que el otro nos tiene que decir.

La música es después de escucharla. La música se celebra después de que el sonido se haya consumido. La Palabra es después que ya ha concluido el sonido. La escucha pide una atención total y llena. No estamos acostumbrados a la escucha porque todo nos reclama. Y es una pena porque a la música se la profana si no se la escucha. Hemos de ser pura escucha. La escucha no tiene otra cosa que hacer sino escuchar. Escuchar sin influir sobre lo que nos llega.

Hay que dejar nadar al pez; volar al pájaro; a la Palabra que suene. Id aprendiendo esto. ¡Qué bueno es no influir en nada! Como en la respiración. La Palabra es toda ella una acción. La palabra que resuena dentro de nosotros es una presencia llena de dinamismo. Pero hay que dejarla libre para que resuene.

Dios tiene una palabra sola: Jesús. La simplicidad de Dios es manifiesta… La Palabra nos buscará a nosotros. No la manipulemos. En el silencio nos puede encontrar. Una vez encontrada no reflexionemos sobre ella. Hacerlo es separarse de ella.

Profundiza este texto… dejando que “suene”.

CONTEMPLACIÓN

“Una vez que has encontrado lo que buscabas, imita a la Virgen que cierra el libro, para rumiar la Palabra interiormente dejándola descender al fondo del corazón: Esta es obra del Maestro interior, El Espíritu Santo”.

Ánimo, déjate llevar por Él.

“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”.

Escucha, apertura, confianza, acogida. El corazón de los discípulos está dispuesto. Entonces acontece el milagro: sus ojos se abren y LA PALABRA SE HACE EN SUS CORAZONES ARDIENTES.

“Finalmente, la virgen entra en éxtasis. Ella sale de sí misma, encontrando su regocijo, su alegría último término de su oración. Toda oración verdadera te llevará a la alegría del encuentro de Dios”.

Háblale, llámalo, Él vendrá ciertamente… hoy o cualquier día… espéralo.

Si gustas, toma el salmo de la liturgia de hoy en la Eucaristía.

ACCIÓN

“La virgen, entonces, transmite la Palabra degustada, meditada… ¿Cómo podrías transmitir esta experiencia si no la has vivido? Tu palabra exterior tiene su fuerza del interior”.

Sin esperar nada, los discípulos, llenos de alegría, vuelven sobre sus pasos, se reúnen con sus amigos. “Ellos contaron lo que les sucedió en el camino y cómo habían reconocido al Señor al partir el pan”. Ve, Él te envía, anuncia su amor.

Imágenes de la catedral de Chartres.