Amman (Jordania), Hna. Nancy Jaimes, 18 de abril 2021.- La alegría de vivir con el resucitado.
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ORACIÓN
Señor, Tú que eres la Luz, manda un rayo de esa divina luz sobre mi pobre alma, para que yo pueda verte y comprenderte. Dame una fe tan grande, que todas tus palabras sean luces que me iluminen, me atraigan hacia ti y me hagan seguirte en todos los caminos de la justicia y la verdad.
¡Oh Cristo! ¡Oh Verbo! ¡Mi Señor y mi único Maestro! Habla, que quiero escucharte y poner en práctica tu Palabra. Quiero escuchar tu divina Palabra, sé que viene del cielo. Quiero escucharla, meditarla, practicarla, porque en tu Palabra está la vida, la alegría, la paz y la felicidad (Oración del beato Antonio Chevrier).
EVANGELIO
PREGUNTAS QUE TE AYUDARÁN A FAMILIZARTE CON EL TEXTO
- ¿Cuál es el tema sobre el que están dialogando los apóstoles y aquellos que los acompañan?
- ¿Cuál es el saludo que Jesús resucitado les dirige?
- ¿Cuál es la reacción de los apóstoles y sus acompañantes?
- ¿Qué dice Jesús ante su reacción?
- ¿Qué signos realiza el Resucitado para darse a conocer a este grupo de personas?
- ¿Qué instrucciones da el Resucitado a los apóstoles?
PROFUNDIZACIÓN DEL TEXTO
Los versículos de este texto bíblico revelan, por una parte, las dificultades encontradas para creer en la resurrección de Jesús, y por otra, la misión que la comunidad recibe de llevar el testimonio a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.
El evangelista Lucas da una gran importancia a la comunidad que está reunida y que va a entrar en contacto con Jesús resucitado. Insiste en este aspecto comunitario. Las comunidades, a las que se dirigía su evangelio, estaban formadas principalmente por paganos influenciados por la cultura griega. Ésta, entre otras cosas, despreciaba la materia, en este caso el cuerpo. Por este dualismo griego, tenía dificultades para aceptar la resurrección de Jesús.
Jesús aparece en medio de ellos y los saluda: “La paz esté con ustedes”; este saludo nos recuerda el anuncio hecho por los ángeles, con ocasión del nacimiento del Mesías: “Gloria a Dios en los cielos y paz en la tierra a los hombres amados por Él”; también el cántico de Zacarías hace referencia a la paz: “…para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.
Los discípulos se asustan y se llenan de miedo, pues algunos hasta creen ver un fantasma. Es notorio aquí, la perplejidad de los discípulos, y al mismo tiempo, estimula a las comunidades a percibir que, sin la resurrección de Jesús, el mismo proyecto del Reino de Dios inaugurado por Él, terminaría en un callejón sin salida. Es por eso que el evangelista insiste en la resurrección del cuerpo como un hecho concreto, real y palpable. En el texto es evidente cómo los discípulos son invitados a mirar, tocar, constatar, y Jesús les muestra las manos, los pies, y hasta come un pedazo de pescado asado con ellos.
En el texto, el evangelista relata que los discípulos todavía no podían creer porque estaban muy alegres y atónitos. Esto podría hasta sorprendernos, pero al mismo tiempo nos alerta sobre el hecho de que la fe en Jesús resucitado no puede quedarse en algo superficial y momentáneo (alegría, sorpresa, emoción), sino que se trata de una adhesión duradera que lleve al testimonio.
Sabemos muy bien que la resurrección de Jesús es el punto central de toda la Biblia y del proyecto de Dios: “De esto les hablaba cuando estaba todavía con ustedes. Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito acerca de mí, en la ley de Moisés y los profetas”. Jesús es el gran intérprete de la Biblia y a partir de Él ésta adquiere sentido y cohesión.
Este bello texto bíblico termina con una sorprendente afirmación de Jesús: ustedes son testigos de esto. Para el evangelista Lucas el tema del testimonio de los discípulos es muy importante, pues a partir de ahí llegará el anuncio del Resucitado, hasta los confines del mundo. Testimonio y universalidad de la salvación son el bagaje y tarea de los que creen en Jesús resucitado: “En el nombre del Mesías serán anunciados la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones y empezando por Jerusalén” (v. 47) así sus seguidores darán continuidad al nuevo proyecto de Reino inaugurado por Jesús y proclamarán que la sociedad injusta, no logró anular el proceso de vida y libertad que Él trajo.
LA PALABRA DE DIOS ILUMINA LA REALIDAD DE TU VIDA
Ha llegado el momento de saborear el alimento de la Palabra de Dios, es la oportunidad de presentar ante Él, la realidad de tu vida, tal cual es, sin pretender ocultar nada. Permite que la Palabra ilumine esa realidad. Para ello te proponemos algunas orientaciones que te pueden ayudar. Asume este paso con interés, profundidad, alegría y dedicación, así podrás obtener muy buenos frutos.
Dedica unos minutos a pensar en la comunidad a la que tú perteneces (familia, comunidad religiosa, compañeros de trabajo, vecinos, etc.):
- ¿Dialogan en comunidad? ¿Cuáles son los temas de diálogo?
- ¿Oran juntos?
- ¿Reina la paz y la alegría entre ustedes?
- ¿Tienen la certeza de que el Resucitado habita entre ustedes?
Recuerda que el texto de este domingo nos presenta a Jesús resucitado que se aparece por primera vez a la comunidad de los discípulos que está reunida, y su presencia transforma profundamente sus vidas. Hoy se hace presente en la comunidad a la que tú perteneces.
No es fácil creer en Jesús resucitado, tampoco es fácil tener la certeza de su presencia viva y eficaz en la comunidad a la que pertenecemos. Es algo que sólo puede ser captado desde la fe, que el mismo Jesús despierta en nosotros. Hay que saber que la fe en el Resucitado no nace de manera automática y segura en nosotros. Se va despertando en nuestro corazón de forma frágil y humilde. Al comienzo es casi sólo un deseo y de ordinario crece rodeado de dudas e interrogantes.
El Papa Francisco, reflexionando sobre este texto, nos proporciona algunos elementos que estamos seguros serán de gran ayuda para nuestra meditación personal y comunitaria. Dice: “El mismo Señor se aparece en la sala y les dice: Paz a ustedes”. Varios sentimientos irrumpen en el corazón de los discípulos: miedo, sorpresa, duda y, por fin, alegría. Una alegría tan grande que por esta alegría “no alcanzaban a creer”. Es el momento del estupor, del encuentro con Jesucristo, donde tanta alegría nos parece mentira; más aún, asumir el gozo y la alegría en ese momento nos resulta arriesgado. Es más fácil creer en un fantasma que en Cristo vivo. Es más fácil ir a un nigromante (adivina el futuro invocando a los muertos) que te adivine el futuro, que te tire las cartas, que fiarse de la esperanza de un Cristo triunfante, de un Cristo que venció la muerte. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2014).
Encontrarse con el Resucitado es una experiencia que no se puede callar. Quien ha experimentado a Jesús lleno de vida, siente necesidad de contarlo a otros. Contagia lo que vive. No queda mudo. Se convierte en testigo. Los discípulos de Emaús contaban lo que les había acontecido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. María Magdalena se fue corriendo a donde estaban los discípulos y les dijo “He visto al Señor” y así como ellos, son muchos más los que el encuentro con el resucitado los ha hecho testigos. Hoy somos todos nosotros los llamados a ser testigos del Resucitado.
ORACIÓN
Jesús resucitado, que diste paz a los apóstoles, reunidos en oración, diciéndoles: “La paz esté con ustedes”, concédenos el don de la paz.
Defiéndenos del mal y de todas las formas de violencia que agitan a nuestra sociedad, para que tengamos una vida digna, humana y fraterna.
Oh Jesús, que moriste y resucitaste por amor, aleja de nuestras familias y de la sociedad todas las formas de desesperación y desánimo, para que vivamos como personas resucitadas
y seamos portadores de tu paz. ¡Amén! (Tomada de “Aleteia”)