Lectio Divina: Sexto Domingo de Pascua. Ciclo B

on 06 May, 2021
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Camporredondo (Perú), Hna. Nora Zuleta Posada, 9 de mayo 2021.- Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros.

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EVANGELIO 

Juan 15, 9 - 17

“Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros”.

ESTUDIO DEL TEXTO

Jesús se está despidiendo de sus discípulos, los ve tristes y acobardados. Todos saben que están viviendo las últimas horas con su Maestro. ¿Qué sucederá cuando les falte?... Jesús quiere infundirles ánimo descubriéndoles sus últimos deseos. Es una despedida que recoge, con intensidad, algunos rasgos fundamentales que han de recordar los discípulos de Jesús a través del tiempo, para ser fieles a su persona y a su proyecto.

“Permanezcan en mi amor”, es lo primero. No se trata solo de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del Padre.

A lo largo de los siglos, los discípulos conocerán incertidumbres, conflictos y dificultades de todo orden. Lo importante será siempre no desviarse del amor.

Con el paso del tiempo las normas se multiplican. Solo del mandato del amor dice Jesús: “es el mandamiento mío”. En cualquier época y situación, lo decisivo para sus seguidores es no salirse del amor fraterno.

Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros” (Jn 15,9). Esta experiencia trinitaria del amor, encarnada en la historia por medio del Hijo, se convierte para sus seguidores en herencia y memorial. Su práctica se convierte en un criterio referencial permanente para releer la práctica del amor, en cualquier tiempo y cultura.

Toda la vida y misión de Jesús está marcada por la relación de amor con el Padre y por la participación de este amor con nosotros (Jn 15,9): “Os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,15).

El Dios que se ha revelado en Jesús es un Dios que tiene entrañas de misericordia, que se ha hecho camino y acompañante, que es como un pastor bondadoso, como un padre que espera siempre la vuelta del hijo que se ha ido, que ofrece el perdón, incluso cuando ya se está casi fuera de tiempo, como con el buen ladrón. Este es el amor que inspira su mandato: “Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”.

Si queremos participar de los sentimientos de Dios con respecto a cualquier cosa, podemos mirar hacia Jesús y ver lo que siente frente a tales cosas, y confrontar nuestros sentimientos, preocupaciones o valores con los de Él. En un contexto de injusticia, el amor debe ser, en primer lugar, un signo de justicia, porque Dios es justo (Jn 17,25). “La distinción entre los hijos de Dios y los del diablo es ésta: quien no practica la justicia, y quien no ama a su hermano, no es de Dios” (1 Jn 3,10).

El amor, vivido como lo vivió Jesús, es la consecuencia de una opción global y radical, que llega hasta la entrega de la propia vida: “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).

La experiencia del amor en la vida y en la misión de Jesús es, fundamentalmente, una experiencia donde la alegría y el sufrimiento se abrazan; la entrega y la renuncia se encuentran; el don y el compromiso son como las dos caras de una moneda; la vida y la muerte se tocan y encuentran su verdadero sentido. Los cuatro evangelios dan cuenta del gran amor que Jesús tenía por las personas. Los pobres y los pequeños son sus preferidos (cf. Mc 6,30-44; Lc 10,21-22). El amor de Jesús no se expresaba en una relación neutra o genérica, sino cargada de sentimientos de amistad (Jn 11,33-36). En el compartir la misión: el amor estrecha lazos y se abre a la misión. Jesús vibra de alegría y gratitud cuando los discípulos vuelven y comparten su misión (Lc 10,21). “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes” (Jn 15,16). Es una invitación a no perder de vista el comienzo del camino que han emprendido con El. Permanecer es lo que garantiza la fecundidad de los seguidores de Jesús: “Soy yo el que os elegí a vosotros, y os destiné para que vayáis y deis fruto, y ese fruto sea duradero” (Jn 15,16).

SILENCIO - MEDITACIÓN

La despedida de Jesús nos muestra lo que tendría que ser un itinerario cotidiano de permanencia en el amor para vivir con sentido la propia vocación.

  • ¿Cómo crecer en la conciencia de que hemos sido elegidos, consagrados, con la certeza de que Dios sigue apostando por nosotros y nos ha destinado a dar fruto duradero?

  • ¿Cómo hacer realidad la invitación del Papa Francisco a primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar, porque la alegría del Evangelio llena la vida de la comunidad?

En medio de la pandemia hay manos que han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo. De esto nos habla el Papa Francisco: “la mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado o la mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá́ de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos”. También “la mano tendida del farmacéutico, expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida”. Igualmente, “la mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras”[1].

  • ¿Qué sentimientos despiertan en nosotras estos gestos?

Hoy más que nunca la dolorosa realidad nos invita a mantenernos a la escucha del Maestro, en medio de los gritos de nuestro pueblo. Gritos que nos tienen que afectar para emprender una dinámica comunitaria y plural de discernimiento, de búsqueda conjunta, de oración que nos permita expresar en lo concreto un amor como el de Jesús.

Estamos convocados a hacer surgir un nuevo rostro de Dios, el Dios Trinidad: Amor que se comunica, comparte, encarna en la historia y rescata la dignidad humana. Ese Dios nos compromete hoy a construir puentes que posibiliten vida en abundancia. El amor construye puentes y estamos “hechos para el amor” (Fratelli Tuti 88). 

“El peligro de contagio de un virus debe enseñarnos otro tipo de 'contagio', el del amor, que se transmite de corazón a corazón” (Papa Francisco).

ORACIÓN 

Gracias, Señor, porque gratuitamente nos eliges y haces nuestros tus secretos superando la relación amo/siervo. Que con la fuerza que nos infunde tu Espíritu, cada una de nosotros pueda estar en sintonía con el querer de Dios.

 Con Jesús y como Jesús oramos así: Padre nuestro….


 [1] Mensaje de Papa Francisco, IV Jornada mundial de los Pobres, 15 de noviembre 2020.