Reus (España), Hna. ANA ISABEL PÉREZ, 05 de diciembre de 2021.- “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Todos verán la salvación de Dios” (Lc 3, 4-6). En este tiempo de Adviento en el que litúrgicamente iniciamos la segunda semana, tenemos en nuestras manos la posibilidad de seguir haciendo camino hacia Aquél que nos visitará.
Ese ¡Ven Señor Jesús! que tantas veces proclamamos, nos invita a estar despiertos, a ir hacia ese Jesús que nos dará su luz y brillará desde la sencillez de un pesebre, pero no viene sólo en un gran día, si no que viene siempre y cuando abramos el corazón para acogerle, porque viene a nuestras vidas para quedarse. Sigamos esperándole, preparándonos, haciendo camino por el sendero que nos lleve.
“ADVIENTO, tiempo de la espera, en la alegría y la esperanza. ADVIENTO, tiempo para reforzar nuestra certeza de que nuestra marcha no es solitaria, hay ALGUIEN que "vino…viene…vendrá"…dándole a nuestra historia un "hilo de presencia"…Lo que Él dijo y lo vive: "estaré con vosotros hasta el final de los días". Qué mejor certeza para los momentos de inquietud, qué mejor certeza cuando las nubes nos hacen pensar que el "sol" se ha ido, cuando "solos" pensamos que nadie nos da la mano. Reavivemos nuestra FE y prosigamos la ruta…"en salida" para compartir la fe y la esperanza a quienes la piden a gritos y la desean profundamente” (P. Álvaro Restrepo).
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo,
ven a nuestra vida, a nuestros corazones.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad,
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. Amén
EVANGELIO
Lucas 3, 1- 6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»
REFLEXIÓN DEL TEXTO
El texto del Evangelio de esta segunda semana de Adviento, nos presenta a Juan Bautista, profeta, que aparece en el desierto para preparar los caminos del Señor. La gente, desde hacía siglos, vivía en una espera de la venida del Mesías, pero el dominio cada vez más opresor de la ocupación romana había hecho aumentar el deseo de la venida del Liberador, del Salvador. La aparición de Juan en el desierto era señal del hecho de que Dios estaba de nuevo visitando a su pueblo. ¡La redención estaba cerca! Lucas se preocupa de colocar la aparición de Juan en el contexto político social y en el contexto religioso de la época. En el contexto político social, Tiberio es el emperador, Pilatos es el gobernador de Judea, Herodes gobierna la Galilea, Anás y Caifás son los sumos sacerdotes. Después, por medio de un texto bíblico, Lucas coloca a Juan en el contexto religioso del proyecto de Dios y dice que él ha venido para preparar la realización de las esperanzas seculares de la venida del Mesías.
Lucas tiene algunos aspectos originales al presentar la predicación del Bautista que permiten captar mejor su mensaje. Pone de manifiesto en primer lugar el acontecimiento de gracia de la “palabra” que viene a él: “vino la Palabra de Dios sobre Juan en el desierto”. El desierto en Marcos, aparece aquí como el lugar donde la Palabra divina llega al hombre convirtiéndolo en profeta.
Al “acontecimiento” de la Palabra Lucas antepone un cuadro histórico con tono muy solemne: “El año quince del emperador Tiberio César…” (vv. 1-2). Esta página no sólo es importante por sí misma, sino también porque enmarca la efusión de la Palabra sobre el Bautista, y cuando sobreviene la Palabra de Dios, la historia humana se convierte en historia de salvación.
Lucas distingue a continuación los dos lugares en los que actúa el Bautista: el “desierto” y el “Jordán”. El desierto es el lugar donde “recibe” la Palabra; el Jordán es el lugar donde proclama esta Palabra a los demás invitándolos a la conversión. Habiendo escuchado la Palabra de Dios en el desierto, Juan puede hacer resonar su invitación como oferta de salvación a todos.
“Todos verán la salvación de Dios” (Lc 3,6) Dios desea verdaderamente llegar a todos.
MEDITACIÓN
Tomar un tiempo de silencio orante, para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Seamos instrumentos dóciles en manos de Dios. Es Él quien guía nuestra historia.
“VERÁN LA SALVACIÓN DE DIOS”
Las palabras del profeta Isaías: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”, es una invitación a abrir el corazón y acoger la salvación que Dios nos ofrece incesantemente, porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado…Y la salvación se ofrece a todo hombre, todo pueblo, sin excepción, a cada uno de nosotros.
Con Juan el Bautista, hoy se nos invita a gritar nuestra fe en el desierto del corazón humano para que resuene en él una llamada de conversión y, por ello, una llamada de esperanza. Dios viene, Dios es, Dios está.
Juan no eligió ser predicador, lo eligió Dios; Juan no eligió lo que tenía que decir, Dios le dio la palabra, el mensaje y la enseñanza; Juan no buscó el aplauso de los hombres, simplemente preparó el camino del Salvador. Juan preparó los corazones para que se abrieran al Señor; anunció la conversión, cambiar la manera de vivir, bautizarse para obtener el perdón de los pecados y enderezar el camino.
Es una llamada a ser más libres y más felices. Una llamada a prepararnos para recibir al Señor y preparar el nacimiento de Jesús en nuestro corazón.
Unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿Comprendo que Dios tiene un plan de Salvación, que nos incluye a todos? ¿Qué significa para mí la Salvación?
- ¿Entiendo que Cristo volverá al final de los tiempos? ¿Por lo tanto, qué me dice a mí la frase “preparen el camino del Señor”? ¿Preparo yo este camino, por el que el Señor pasará?
- ¿El anuncio del Evangelio, me invita también a mí a cambiar?
ORACIÓN
Orar es responderle al Señor que nos habla primero. Escuchemos su Palabra Salvadora.
SALMO A LA PALABRA…
Tú eres, Señor,
la Palabra de la vida
pronunciada en el silencio,
y que en silencio
debe ser acogida.
Haz que germine
en nuestros corazones
como Buena Noticia,
a todos los hombres.
Tu Palabra, Señor,
nos da la vida.
Por eso, confío en ti,
aunque camine despacio
y por lugares oscuros,
no temo,
porque tu Palabra
es luz en mi camino.
Tu Palabra, Señor,
es siempre nueva,
alimento de mi alma.
Por eso, me es dulce al paladar
y me sabe a amor
cuando la proclamo
desde mi pobre vida. Amén. (F. Cerro)
CONTEMPLACIÓN
Repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón: “Preparen el camino al Señor…”
“Dios todopoderoso y eterno, suscita en nosotros el deseo de una verdadera conversión, para que, renovados por el Espíritu Santo, hagamos presente en toda relación humana aquella justicia y aquella paz que la Encarnación de tu Hijo hizo florecer en nuestra tierra. Por Jesucristo nuestro Señor...”
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