Guaimaca (Honduras), 14/02/2017, Equipo de proyectos solidarios.- Fue el huracán Mitch en 1998, con sus secuelas de devastación en Honduras, y la petición del cardenal Sean O’Malley, entonces obispo de Fall River, Massachusetts, de formar parte de un equipo diocesano, que como provincia de Estados Unidos leímos la apremiante llamada del Señor. El papa Juan Pablo II había hecho un llamamiento en el Sínodo de los obispos de América, a la cooperación de las Iglesias del Norte y del Sur.
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