Carta desde Chile

on 29 Jun, 2020
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Colegio Santo Domingo de Guzmán, Valparaíso (Chile), Marcia Vilches Pérez .- Querida Marie Poussepin: Es emocionante plasmar mis ideas, sentimientos y emociones, respecto a usted, en una carta. Sentimientos que son una experiencia de vida para mí; enseñanzas aprendidas, a través de este encuentro, donde la amistad, se ha visto configurada, en cada hermana con la que he compartido a lo largo de estos años.

Agradecer, por cierto, su amistad y el haberme acogido como tal, sin duda, la privilegiada he sido yo, son tantos los buenos momentos, mensajes, notas, acciones, experiencias, que me han hecho ser lo que soy, gracias a esta amistad, que me ha llevado a compartir con tantas religiosas, que tengo en mi mente y corazón, cada una de ellas, lleva su esencia, su carisma y su deseo de construir un mundo más justo, más fraterno y más digno, para cada persona que habita este planeta, EL HOGAR de todos y todas.

Hace muchos años, atrás, cuando iniciaba mi vida profesional, como docente llegué a trabajar al Colegio Santo Domingo de Guzmán, Valparaiso – Chile (1994, año de la Beatificación de nuestra Madre Fundadora), fue el momento, en que tuvimos el gusto de conocernos y de establecer un lazo, mediante el encuentro con las hermanas, con su obra, con su mirada de mundo, de amor al planeta y a los hombres y mujeres más débiles.

“Tened siempre cuidado con la juventud que educáis”, es una frase, que me tocó el alma de mi labor docente, marcando mi desarrollo profesional y mi cercanía con los estudiantes a los cuales he formado, por tanto años.

Ese año 1994, fue un año especial, porque toda la Comunidad Educativa, celebraba su beatificación Marie Poussepin. Hubo hermanas y docentes que organizaron viajes a Roma, para estar presente en su beatificación, el 20 de Noviembre. Fue un año académico, con muchas actividades pastorales, donde todos estaban muy contentos por este acontecimiento, en mi caso, yo comenzaba en el colegio, no nos conocíamos. A mí, me interesaba saber, por qué, se le decía “APOSTOL SOCIAL DE LA CARIDAD”.

En esa búsqueda, entendí, que su vida humilde, piadosa y caritativa, no se buscaba en los libros, era cosa de ver a cada hermana, compartir con ellas, acompañar su trabajo y su dedicación por atender a los estudiantes del colegio. Hoy puedo decir que nos conocemos, seguir su huella, está en el hacer de cada hermana Dominica de la Presentación, nuestra amistad nace de este hermoso vínculo y de este deseo de anunciar a Jesucristo, desde la humildad, de entender que todos y todas somos iguales en derecho y oportunidades.

Hoy, estoy un tanto más alejada físicamente de usted y de las hermanas, sin embargo, sepa, que aún mantengo su imagen y presencia, en la oficina, mi oración, mi rezo comunitario de cada mañana, finaliza con un, Santo Domingo y Marie Poussepin. Un abrazo Fraterno para usted y su hermosa obra.