Marie Poussepin, una ruta de caridad solidaria

on 16 Oct, 2020
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Bogotá (Colombia), 16/10/2020, Hna. María del Carmen Avellaneda Navas.- Celebrar a Marie Poussepin como un camino de caridad solidaria, nos reclama acercarnos a ella con la mirada de quien contempla, reflexiona, se apropia y hace realidad mediante el compromiso de vida, aquello que por Gracia ha podido asimilar y acoger en su propio corazón. 

La solidaridad es el nuevo nombre de la caridad decía San Juan Pablo II; consiste en vivir la clave del mandamiento del amor. "Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se mana unos a otros." Jn. 13, 34-35

Desde aquí, podemos entender a Marie Poussepin mujer solidaria, hija del siglo de la caridad. El epitafio grabado en su tumba es para nosotrasuna lámpara en el camino; vio lo recto a los ojos del Señor y lo cumplió… Marie Poussepin se insertó de manera admirable en las realidades de su tiempo. “Este es el genio de la santidad, el ir al centro, al núcleo en una época determinada. En su época, la Bienaventurada, comprende que el centro es la caridad, la caridad activa, la caridad inteligente, eficaz y ella imagina, entrevé, percibe los desafíos que pueden encontrar las hermanas consagradas y activas” como decía el padre Bonduelle, historiador, en el coloquio organizado en Tours, el 30 de noviembre de 1994, con ocasión de la Beatificación.

“Una gran variedad de personas frecuenta la casa familiar: los vecinos en busca de un consejo, de un servicio, de una firma; los parientes de los aprendices, los colegas de trabajo, y en fin la familia, una verdadera tribu que pertenece al mundo de los artesanos y de la pequeña burguesía local. Todo esto crea una red de relaciones en un hogar abierto… “. (Intervención Sr Madeleine St. Jean en el 50º Cap. Gral.) “Marie Poussepin está sumergida en esta atmósfera. Precisamente las circunstancias de su entorno modelan su personalidad y la conducen a vivir la novedad del llamado de Dios.

Marie Poussepin hace un camino definitivo a Sainville en la zona rural de La Beauce, marcada por la pobreza y la miseria. Allí comienza su obra como Fundadora enseñando a las niñas pobres, y curando a los enfermos. Y esto lo hace bajo el signo de la gratuidad. Ella comprende muy bien que solo en gratuidad es posible atender las necesidades de su tiempo en el contexto francés donde realizó su servicio de la caridad. 

El trabajo comunitario para la subsistencia de la comunidad y para el servicio de la caridad de los más pobres es otro elemento innovador que nuestras Constituciones y reglamentos ponen de manifiesto. Trabajo y gratuidad, dos realidades que en la práctica espiritual y solidaria de la Fundadora se entrelazan indisolublemente. Marie vive la solidaridad caritativa como miembro de la cofradía de la Caridad. en su familia. Se hace cargo de las urgencias, preocupaciones y angustias de su familia. En Dourdan ya había puesto en marcha la formación gratuita de los jóvenes aprendices en la fábrica de medias de la cual era propietaria. Allí, en 1693 había recibido en su propia casa y habitación a la anciana y viuda enferma, Marie Olivier que no tenía posibilidades de vivir y morir dignamente sino con la ayuda amorosa, delicada y constante de Marie Poussepin.

En 1736 en Sainville solo había un pozo para satisfacer las necesidades de más de 800 personas. La construcción de un nuevo pozo con el fin de proporcionar el agua a los vecinos del lugar y a su comunidad, permite, constatar su atención a las necesidades de todos. Marie no se cierra en el mundo restringido de su comunidad, sino que siempre mira lejos. “La comunidad no se limitará a encerrar en ella los dones que ha recibido del cielo. Obrará de manera que los pueda esparcir alrededor con largueza y abundancia “. Sus numerosas fundaciones, –diecinueve en seis diócesis entre 1697-1740- , presencias de servicio evangelizador que se multiplican, son también expresiones solidarias.

A través de sus orientaciones y consejos marca la ruta de la igualdad, de la inclusión, diríamos hoy. “No se hará distinción ni de país, ni de nacimiento y se dará la preferencia a las más pobres y a las que estén más expuestas enrelación a su salvación”. La solidaridad la lleva a darlo todo: No habiéndome reservado nada no poseo nada.“porque estaba invadida de una intensa y habitual caridad (Sr Madeleine Saint Jean).

El rostro solidario de Marie Poussepin hoy: Cuidar, contemplar, discernir y "misericordiar".

Cuidar. Beber del agua cristalina y la hondura de los pozos, pozos de espiritualidad, pozos de encuentro, de relación, de fraternidad, de mutuo amor. Cuidarnos mutuamente, siendo responsables de la propia vida, como de la de nuestras Hermanas. Este cuidado nos urge a replantear nuestro estilo de vida y de relaciones, para revisar nuestras decisiones cotidianas y de manera integral. Cuidarnos unas a otras, apoyarnos mutuamente, para abrirnos a los otros y vivir la solidaridad con los más pobres y vulnerables.

Contemplar. Los caminos que hoy conducen de Dourdan a Sainville, con ojos limpios que nos permitan ver, escuchar y captar a Dios en la realidad que estamos viviendo; que nos hagan pasar de la comodidad a la entrega, de nuestras medianías a la plenitud de la vocación a la que hemos sido llamadas; mirada contemplativa de la Palabra en sus múltiples manifestaciones; que nos haga ver y escuchar con el corazón, descubrir al Señor presente entre los pequeños, los pobres, los que sufren e identificar caminos como lo hizo la Obrera de la Providencia en su época, allí donde la pobreza, la necesidad, la angustia, el sufrimiento, la enfermedad, la ignorancia, tienen asiento y se expresan de tantas maneras. Hacer silencio interior para escuchar los gritos, los clamores que vienen de fuera y dentro. Pero… contemplar unidas.

Discernir. Dejarnos impulsar por el soplo del Espíritu, que lleva con fuerza y con suavidad al mismo tiempo, para entender la voz de Dios y saber dónde nos quiere hoy y aquí, a nosotras como comunidades, como provincias, como Congregaciòn, como personas. Discernir para atender, acoger y dar respuestas con la fuerza y la impronta de nuestro Carisma como signos del Espíritu de Dios. 

Misericordiar. (Como dice el Papa Francisco) Mediante el servicio sin tregua ni flojedades. Es hora de ampliar y actualizar las Obras de Misericordia. Misericordiar y misericordiarnos. Dejar ver que, lo que estamos viviendo no sólo nos preocupa, sino que nos ocupa y nos ocupará durante largo tiempo. Permitir que nuestro corazón se llene del gozo del encuentro, de la sencillez vivida en cercanía, del amor que nos desborda y crece cada día. Dar campo a la bienaventuranza del servicio de la caridad hasta poder afirmar que no habiéndonos reservado nada no poseemos nada ... Avanzar en la confianza y el riesgo de la entrega que se viste con el ropaje del tiempo y de la historia, abrazadas a la Cruz de nuestro Señor y Salvador anunciándolo con hechos y palabras. Así habremos visto y cumplido lo que es recto a los ojos de Dios…

Quiera el Señor abrir nuestro espíritu, nuestro corazón, nuestros tesoros, nuestras manos para vivir en estos tiempos de crisis con el corazón de los pobres del Señor, con la mirada fija en El y con las manos y la vida dirigida a quienes son sus predilectos. 

Termino esta reflexión apropiándome las palabras de Sr. Madeleine Saint Jean: Que Marie Poussepin esté presente en cada curva peligrosa. Que ella sea nuestra guía y nos evite falsos pasos. Que ella sea nuestra fuerza en las horas de fatiga.