Venezuela, 13/08/2020, Hna. Nícida Amparo Díaz Leal.- "Es semejante al padre de familia que de sus reservas va sacando cosas nuevas y cosas antiguas" (Mt 13, 52).
Respecto de sus hermanas:
Es la primera en cumplir el Reglamento en todos sus puntos: testimonio y coherencia en su servicio.
Acompaña a sus hermanas en cuanto a lo espiritual y temporal: orienta, aclara dudas, dialoga, confronta, cuestiona; las saca de la rutina y de la tibieza, propone los caminos que ayudan a crecer y fortalecer su espiritualidad.
Vela por el equilibrio que, entre trabajo y descanso debe tener cada una, ayudándoles a integrar la vida.
Se mantiene en actitud vigilante, para favorecer lo temporal y espiritual de la comunidad y de cada hermana en particular.
Instruye a sus hermanas en el amor y la práctica de la Ley de Dios.
Anima a sus hermanas a amar y practicar la Regla, a fin de custodiar el espíritu de su Instituto.
Evita en sus hermanas todo aquello que las lleve a la rutina, a la costumbre, a la inmediatez, a la mediocridad en su compromiso.
Ayuda a sus hermanas a comprender la importancia del estilo de vida que han escogido vivir, y la práctica de las virtudes que son esenciales a su consagración.
Aporta a sus hermanas la comprensión e importancia del cuidado de la vida interior, nutriéndose de la escucha de la Palabra, celebración de los sacramentos, celebración de la liturgia, lecturas, retiros, asambleas…
Respeta y comprende el ritmo del proceso personal de cada hermana; con mucha prudencia las acompañará: conocerá su carácter y sabrá hacer uso de los medios necesarios en cada situación.
Practica el discernimiento integral para cada caso que se presente en el acompañamiento a sus hermanas.
Conoce a sus hermanas hasta el fondo del alma. Contempla y devela el don que cada una es para su comunidad.
Está atenta a sus hermanas procurándole todo lo necesario tanto en la salud como en la enfermedad.
Visita, consuela a las hermanas enfermas. Conoce de sus necesidades tanto espiritual como corporal.
Vela por las postulantes y novicias, pues, sabe que ellas son la esperanza y renuevo de la Comunidad.
La prudencia y los gestos humanizadores, fraternos y misericordiosos, la acompañarán en este humilde servicio.
Respecto de sí misma:
Sabe que la humildad le hará más fácil ejercer el servicio que se le ha confiado.
Se instruye en las verdades de la salvación para poder instruir a sus hermanas.
Aprende a diferenciar las virtudes para recomendar las más importantes y las necesarias.
Cultiva la pasión por el estudio de la Palabra, y la lectura de buenos libros que le permitan formarse mejor y aportar oportunamente en el acompañamiento y animación a sus hermanas.
Custodia los pequeños detalles que engrandecen el alma y defienden de la relajación y la desobediencia.
Da valor a todas las cosas, ama y practica la Ley de Dios como su mayor compromiso.
Actúa con dulzura ante los defectos de sus hermanas y se reconoce necesitada de misericordia.
No hace correcciones cuando está alterada, ni cuando repara que el mal humor domina a quien corrige.
La paciencia acompañará su delicado servicio de animación.